sábado, 28 de diciembre de 2013

Carry on

Hace unos siete años, alguien me dijo que no podría llorar con cada problema que se me presentase. Me gusta llorar. 

Pero entonces tuve que ser alguien fuerte, ¿saben? 

No.

Es que ya no sé qué es lo que se espera de mí y lo que yo espero de mí. No es lo mismo, pero es lo mismo. 

Quisiera llorar pero ya no sé para qué.

La vida transcurre en un par de notas de piano, y la frase continúa...

no quiero morir sola.

Y la verdad es que ya no entiendo nada.

jueves, 26 de diciembre de 2013

Tired of breaking my heart

El despertador suena a las 6. 

No hay variación, sonará siempre a las seis de la mañana. Me vuelvo a dormir. Verán, ¿qué sentido tiene despertar todos los días cuando uno siente el peso y la maldad del mundo? No, el reloj volverá a insistir a las seis treinta, quizá a las seis veinticinco. No querré despertar aún. No quiero despertar nunca. Duro horas para poder dormirme entre tanto pensar y luego debo despertarme... No, quiero dormir por siempre. Así hasta que algo me impulse a moverme: un ruido, una luz, biología. Antes de volver a sucumbir, me visto y quizá hasta coma. Entonces volveré a la cama, con veinte minutos extra. Tengo veinte minutos extra.

El día transcurre entre algunas risas, preocupaciones y gastos. Lo que más importa es sentarse y escuchar. No, pensar. No, escuchar. Es complicado. 

A la mitad del día, probablemente diga sí. Caminaré. Caminaré. Caminaré...

Es un mal día. Siempre son días terribles. El sol siempre brilla, a lo lejos. Ojalá dejara de presumirnos su sonrisa. 

¿No lo entiendes? Es que yo tampoco. Creo que ni siquiera debemos entenderlo. Creo que nunca estuvimos destinados a entender. Nada más a seguir. Con la frente en alto y los pies firmes. Y queda la cadera flotando, sin saber qué  hacer.

La noche es lo mismo. Siempre. Los mismos lugares, la misma cobija, la misma soledad que es tan reconfortante.

Nadie me ha dicho qué debo hacer. Y ahora me han enseñado a pensar y lo único que quiero aprender ahora es a cavar mi tumba. Necesito saber que soy efímera, que puedo desaparecer sin dejar ningún rastro. 

Necesito saber que tengo poder alguno.

domingo, 3 de noviembre de 2013

SPoético

qué es poesía
qué es poesía
qué chingados es poesía

era contar?
ira, dioses, heroes
contar
era cantar?
belleza
el campo la naturaleza la perfección

qué es poesía?
el amor que perdí en la vida
qué es poesía
la desesperación
silencio en sonido, poesía

poesía, luego, todo
sensación
sexo
toda la música en las narices y la caricia del alcohol
lo que digo lo que digo lo que digo y lo que
quiero decir
poesía es eso, el sentimiento
cualquiera
el que eres tú
lo que haces tú
y entonces es ruido
se vuelve nuestros problemas
poesía es la maldad del mundo poesía es el manual de arreglo
poesía es la acción del país
poesía es el cambio

poesía es todo lo que no queremos ver

y es pasado
presente
y futuro

y unión
poesía es unión

y ahora

ahora hago tu poesía
en el que te tomo de la mano
te llevo a mí
y te cuento todas las cosas que no quieres escuchar.

qué es poesía qué es poesía
no lo sé

poesía es lo que copié
poesía es lo que hago ahora
poesia es enamorarte de mis palabras
de mis ideas
y finalmente dejarte ir nuevo

poesía
es un GRITO
tuyo






domingo, 6 de octubre de 2013

Del humano en las historias

El humano cambia. 

Esa es la premisa de la que parten todas las historias que se guardan en la literatura. Siempre nos sentamos con la historia de aquel que cada año de su dura vida endurecía alma y corazón, hasta terminar siendo un sujeto abominable, monstruoso. El sujeto debía cambiar primero de un estado a otro, y luego del otro al primer estado, que se convierte en un estado de bonanza y santidad, ejemplo de la sociedad. 

Sin embargo, las mejores historias y que han ganado mayor popularidad en la vida tienen personajes que no tenían un estado primario al cual regresar, cuya historia comienza en su terrible nacimiento y que dispone desde el vientre a marcar al sujeto como la peor persona que el mundo ha visto. Son los personajes más reconocidos porque su maldad es original en ellos, y no deviene de ningún suceso del pasado. Ellos son los verdaderos villanos.

La realidad nos vuelve a poner en nuestro lugar. Lo que sabemos, lo que podemos asegurar, es que todos nacemos inocentes, la boca libre de colmillos, amados de una u otra forma, y la piel libre de tintes. 

Las etiquetas no se asignan en el nacimiento, se ponen poco a poco mientras el tiempo pasa y la vida se vive. Y, como el humano, las etiquetas pueden cambiarse o desaparecer.

domingo, 11 de agosto de 2013

He merecido el infierno y he perdido el cielo

Él me ha hablado y por fin he abierto los ojos. Todavía no ha terminado de amanecer y es posible que todavía no sea tarde. Siento el frío que la sábana vieja no logrs cubrir, y al bajar las piernas hacia el suelo puedo sentir la corriente helada. El piso es hielo y polvo. Corro: la puerta no está cerrada, esta noche el antiguo cerrojo ha fallado. Me deslizo por el corredor, tan silenciosa como puedo, nadie despierta, creo no escuchar ruidos. La puerta que lleva al corredor principal está ligeramente abierta: seguramente alguien ha salido. Me apresuro ahora en el corredor principal y creo que alguien ha escuchado los paneles de cristal cuando he abierto la puerta. Pasos, se oyen pasos detrás de mí. No tengo tiempo de voltear a ver quién me sigue, la puerta del frente está cerrada, atrancada y obstaculizada. ¿Podré trepar por la reja del patio de atrás, en esta larga batilla? Una sombra a lo lejos, en la salida del corredor principal hacia la entrada del jardín, me indica que debo regresar. Me acerco corriendo hacia mis perseguidores: un hombre, dos mujeres. ¿Un hombre?
Doblo hacia la salida más cercana, me encuentro en el jardín, en el corredor de piedra que parte el jardín a la mitad. Todo el espacio que llevaba ganado lo he perdido y escucho su respiración detrás de mí. Pero lo veo a él, en la luz matinal que entra por el techo y cae sobre el ángel de piedra que pide piedad al cielo. Él me ayuda, él me protege. Él está allí por mí, por nadie más, mucho menos por todas ellas, hipócritas pecadoras que no merecen su misericordia, y que jamás la tendrán. 

Una mano jala mi batín desde el cuello, una patada golpea mis rodillas por detrás. No puedo evitar caer, no puedo evitar desprenderme del cuerpo que ya no parecía mío. Ya no es mío, ya no más. Los demás me guían, las manos en súplica, la espalda recta, las rodillas contra el suelo. El resto de las manos, las que no son mías, en laude, no hacia él... La misa comienza, el padre empieza a dirigir a los presentes, invita a los demás a despertar el alma y a unnirse. Está el gozo de la comunión, debajo de los suplicantes ojos del ángel que es piedra y nada más. La luz comienza a apagarse. Él se va, me abandona.

No los perdones. Abandónalos y no los perdones. Pero perdóname a mí, que te escuché y seguí tus instrucciones. Perdóname por no lograr lo que habías puesto en mi camino. Es tuya mi alma y mi corazón. Lo demás, haz con él lo que debas hacer.

martes, 23 de julio de 2013

O

Sobre el dolor

"Se trata, sí, de un dolor, pero de un dolor que el masoquista sabe transformar en placer; de un sufrimiento del que, por una química secreta, él destila un puro placer."

"...La felicidad en la esclavitud pasa hoy en día por ser una idea nueva. Ya no existe el derecho de vida y de muerte en las familias, ni los castigos corporales y las novatadas en los colegios, ni correctivos conyugales en los matrimonios..."

"No estoy pensando en la decencia un poco insulsa, que se contenta con disimular; que huye de la piedra y niega que la vio moverse. Hay otra clase de decencia la irreductible y pronta a castigar; la que humilla la carne con la suficiente energía para devolverle su integridad primera y, por la fuerza, la hace retroceer a los días en los que el deseo no se había declarado todavía y la roca no había cantado. Una decencia en cuyas manos es peligroso caer. Porque, para satisfacerla, hay que ofrecerse con las manos atadas a la espalda, las rodillas separadas, entre lágrimas y sudor."



De Historia de O, epílogo.

jueves, 18 de julio de 2013

The walk of shame

Quiero pensar que todos saben cuál es el walk of shame pero yo, como doncella ejemplar, hablaré de MI propia versión del walk of shame.

Definitivamente a uno le podría dar vergüenza salir de una habitación cuando absolutamente todo el mundo sabe lo que has hecho (principalmente la persona que estuvo allí adentro), vamos a enfocarnos en ese primer aspecto mientras les cuento lo que tuve que sufrir el fin de semana pasado.

Right, primero, una es mujer. Y por ello, me refiero a que comenzando en el desayuno en Torreón y hacia el camino de tres horas a un pequeño pueblo en medio de la nada, tuve terribles dolores ¿menstruales? At least I think they were. 

Lo que importa es que una mujer como yo (me refiero a una mujer que viene de una familia de drogadictos) siempre lleva drogas interesantes en la bolsa. Desgraciadamente, las drogas se las he prestado a mi padre quien se las queda, las traga todas o las pierde. Yo estaba sosteniéndome de una columna, haciendo un sonido agudo y constante, con cara de terrible dolor. Así que mi papá, con mucha culpabilidad, me compró una nueva caja de Buscapinas compuestas. I swallowed two. Nothing happened.

¿Han manejado por un desierto, verdad? Es desesperante. Una linea recta en medio de los que mi abuela llamaba indios (en la noche parecen personas con penachos) en donde no parece haber civilización en cientos de kilómetros a la redonda.

Ahora agreguen un dolor invalidante. Así que, naturalmente, me tragué otras pastillas más. En algún momento las cosas comenzaron a ponerse lentas y luego, entre dolor que se convertía en muchos sentimientos (no sé cuáles porque estaban muy mezclados) perdí la razón. De repente despertaba, decía alguna estupidez y volvía a dormir. Desperté bien a una hora de nuestro destino. Tenía dolor pero ya no era comparable. Así me pasé el día, como si caminara sobre algodoncito. 

Nos estábamos quedando alrededor de 17 personas en una pequeña casa de cinco habitaciones relativamente minúsculas (ya no se usan los cuartos grandes en las nuevas construcciones y es toda una lástima... pero esa casa lleva allí entre 30-40 años, si no me fallan mis matemáticas). Hay, apenas, dos baños. El segundo es nuevo. Tendemos a olvidarlo. Está en la habitación que está casi separada de toda la casa: se debe cruzar todo el pasillo, la sala-comedor y la cocina para llegar a él. Éramos tantas personas que algunos tenían que dormir en la sala. 

Regresando a mí, llegué a dormir. Literalmente, no dije nada y me metí en la pijama y en la cama, casi simultáneamente. Y me morí. 

No, no tanto, escuché cuando llegarón mis primos (el idiota de mi primo, no comportándose como el adulto que es, decidió llevarse a los teens de mi tía a las 8 de la noche a la ciudad, como si el Norte fuera el lugar más seguro en todo el planeta Tierra), y escuché antes de eso a mi tía, dando vueltas en la puerta de entrada. 

Pero entonces, de repente, me desperté. Algo no estaba bien. Es decir, el dolor ya medio apaciguado seguía allí pero no era eso. Algo extraño sucedió y... baño. En el camino encontré a mis primos los teens enfundándose en pijama: él usa un mameluco, almost 18yo. A treasure.

En el fondo de mi mente lo sabía... lo sabía totalmente. Llenarme de metamizol debía tener consecuencias. Cuatro o cinco pastillas (perdí la cuenta) después, mi intestino habíase paralizado. 

Toda la noche estuve levantándome de la misma manera. Dormía apaciblemente and then BAM, something's wrong. Baño. Lo peor es que estaba yo al penúltimo cuarto y debía recorrer todo el pasillo hasta el baño (justo a un lado de la sala). 

En el tercer viaje, uno sabe que ya ha despertado a todo el mundo. Doce personas estaban conscientes de mí. Pero definitivamente la más consciente era yo. El walk of shame es tener que salir del maldito baño, intentar apagar a luz con todas sus fuerzas (el switch es viejo) y regresar a la cama, donde tu hermana se ha estirado en la única almohada y fuckyou, vas a estar incómoda. Creo que un par de personas me preguntaron cómo estaba pero me hallaba tan dormida y deshidratada que no recuerda mucho. 

Esto continuó hasta la mañana. La penúltima vez que entré al baño pensé en una sola cosa: "Caray, es como el walk of shame, avergonzados por una cosa que a todos pinches pasa. Somos humanos idiotas. Digo, si Lillian Donovan pudo cagar en la calle, todos tenemos el poder de abrir una puerta sin sentirnos mal por lo que hayamos hecho detrás de ella."

Fuck it, básicamente. Y así. 

La siguiente mañana desperté sabiendo que me lo merecía. Todos salieron de la cama y yo me quedé allí, bebiendo mi pequeño vaso de aguay tomando Loperamida que tuvimos que mendigar. Mi mamá regresó de la cocina y preguntó un poco preocupada: "Allizzia... ¿que anoche te dio diarrea?"

Prendí la luz dieciseis veces, discutí con mi papá y me aventé en el colchón para que mi mamá no se hubiese despertado una sola vez.

MADRE, POR FAVOR.

En resumen, pues, al diablo el walk of shame. Posqué. 

PD. No deberías confiar en mis matemáticas. En realidad, nadie debería confiar en mí ni nada que sea mío.
PD2. Mis primos teens porque son pochos. The poor guys cannot spell in either language. 

domingo, 30 de junio de 2013

Secretos

Este lugar guarda millones de secretos. Las piedras de las paredes murmuran a gritos en medio del silencio de la noche y del día. Los susurros de las largas ropas contra el suelo dicen todo lo que nuestros labios callan. El único momento de interrupción de tanta confidencia es el simple sonido estridente del metal contra metal candado.

Los secretos, cuando son realmente secretos, empiezan a carcomer el alma del confidente y se siente como veneno que derrite el corazón, el estómago, y sigue bajando hasta llenar todo el cuerpo. 

¿Mi secreto? ¿Cuál es? Pues el mismo de todas nosotras. El de la soledad. El de la mentira. 

Volver. A veces no sé dónde estoy. ¿Acaso importa? Todo siempre es siempre igual. Todo es piedra y murmullo. Todo es siempre silencio. 


miércoles, 12 de junio de 2013

Victoria

Estoy aquí, sentada, con la ventana detrás, y sólo puedo sentir una sola cosa: no he sentido ninguna victoria.

Debería alegrarme por un sinfín de cosas. Debería ser feliz. Estás viva, mírate, dicen los católicos. Pero no. No hay un sólo trofeo.

El viento ruge detrás de mí, sacude mi árbol y mi palmera, hacen un ruido sordo, un ruido mudo, un ruido de esos que describe la gente como silencio. El silencio que es la lengua de la naturaleza. Gritan y hacen eco en mi caja torácica. No hay victorias para mí.

No hay comida que llene el hueco. No hay libro que llene la esperanza. No hay amigo que finja palabras. No hay siquiera una adicción a la cual atenerse. Trofeo para BobEsponja, no para allizzia. No hay victorias para mí.

Siento mi inflexión de vida irónica. No hay nada en ella para mí mas que una gran broma. No hay presente valioso, no hay futuro sostenible y el pasado... es tan sólo un vagaje más. Ningún punto para mí.

Se ha terminado la primavera. Viene la misericordiosa lluvia. Pero ni ello cuenta como una victoria, no hay gloria para mí. Not even close, not a little bit, not even at all. 


But that's okay. I deserve this all.

lunes, 27 de mayo de 2013

Muchas primaveras

No me cuenten nunca la edad a primaveras. Cuéntenmelas en veranos, en otoños, en inviernos; las primaveras las odio.

Es el calor o la edad, no sé. A lo mejor es el cumpleaños de mi mamá (y de Don Beni). 
Al principio era toda una perfección llevar flores de papel y animalitos e insectos a la escuela para decorar la pared del fondo... pero debo decir que yo era pobre para comprarlos y mi mamá y yo muy torpes para hacerlos. Era siempre una vergüenza llevar mis adornos. Mientras los de todos los demás eran perfectos: "los hizo mi mami", "los compré en la papelería de mi tío", "mi papá me ayudó"... los míos estaban corridos de la tinta, mal cortados y pocas veces parecían lo que eran. 

Pero parece que con la edad, no sólo crecen los malos sentimientos sino que crece el calor adecuado para incubarlos. Hace ya varios meses que me duele la cabeza.

Lo más importante que se debe saber sobre la primavera es que el amor no se respira en el aire. A lo mejor los animalitos se aparean, y quizá aumenten las flores. También aumentan las alergias y los insectos (insectitos del mal). Sin embargo, que nadie intente engañarlos. No hay amor en la primavera. 

Si miras lo suficientemente cerca, lo puedes observar: los besos del hombre que creíste perfecto disminuyen, las mujercitas se ríen con sonrisas tristes, las mejores parejas del mundo se distancian... se van cayendo las pretenciones.


Antes de terminar la primavera, se ha mostrado la verdadera cara del amor.
Todo se acaba antes del verano.

Y entonces llueve.

Y las cosas se enfrían, se enjuagan, se secan en plano, sin exprimir.

No pasa nada.

Pero se debe odiar a la primavera, Dios mío, se debe.


viernes, 24 de mayo de 2013

Normal, normalito.

Érase un hombre normal, normalito. Que vivía una vida normal, normalita. Todos sus días pasaban normales, normalitos. Cada noche la dormía normal, normalito. 

Nunca tuvo transgresiones a su rutina, normal. Normalito. No había grandísimas fluctuaciones en su estado emocional. A veces estaba un poco triste, a veces estaba alegre. Normal, normalito.

Cuando murió se fue al cielo; normal, normalito. Y lo enterraron en una tumba igual a la de sus vecinos eternos muertos, tumbas normales, normalitas. 

Nunca se quejó de nada porque las cosas que estaban mal, eran normales, normalitas. Y la verdad es que siempre sintió todo bien, normal. Normalito. 

No hay más historia qué contar porque las vidas así, normalitas, caben en las letras que se escriben en una servilleta normal (y sobra espacio para limpiarse las comisuras de los labios del chile que uno se come en el almuerzo). A veces caben en mí, en ti; pequeñas hojas de papel. A veces también caben en un Ulises.  

Vidas normales, normalitas. Como ésta. 

sábado, 18 de mayo de 2013

Los uniformados

Un día, mi papá salió de la ciudad. Solía hacerlo mucho, pero mi mamá sabía que si había una emergencia, las dos hijas más chicas correrían muy rápido y se esconderían y la mayor y ella se encargarían de la situación porque son bien machinas. Entonces tenía yo como nueve años.

Esa semana mi mamá estaba el doble de nerviosa porque mi abuela estaba de visita. Cuando hay cosas que uno no prevee se asusta más de lo necesario. Mi abuela durmió en el cuarto contiguo y mi mamá durmió en nuestro cuarto (mis hermanas y yo dormíamos juntas), todas en el piso de arriba. Mi mamá cerró absolutamente todas las puertas con todos los seguros y luego los barricó con muebles. Todo saldría bien.

Desgraciadamente, mi mamá empezó a escuchar sonidos en el techo. You never plan that. Sonidos en el techo. Así que despertó, y se dio cuenta de que del cuarto que estaba vacío (había tres cuartos en el piso de arriba) salían algunas luces. Se acercó y notó que eran policías en la calle. Se acercó mucho más a la ventana para observar mejor. La ventana era ancha, ocupaba toda la pared de lado a lado, más no de arriba a abajo, era una ventana alta. Mientras observaba preocupada, UNA CAROTA INVERTIDA SE LE PUSO ENFRENTE.

Como es obvio, mi mamá pegó el grito del universo. Del techo se asomó un policía, y le saludó. Así, como si fuera bien pinches normal. Ni pedo.

"Perdón, señora." dijo el güey. ¿A poco no esperas asustar a alguien si te asomas desde su techo y le hablas al mismo tiempo? Ay, estos policías, traspasando propiedad privada por sus huevotes.

Mi hermana mayor ya estaba detrás de mi mamá, pero ella no gritó. Se cagó, sí, pero siempre ha sido bastante serena. Poco le faltó para buscar algo con qué golpearlo, antes de darse cuenta de que era un policía. El poli preguntó si estábamos bien y mi mamá mandó a mi hermana a checar a todas. Estábamos más que bien, estábamos bien pinche dormidas.

Resulta que en el billar que estaba atrás de la casa, a la izquierda (mucho a la izquierda), se robaron las televisiones. Las cogieron esperando encontrar muchas cosas y las arrastraron por el techo del billar, y por los techos de las demás casas... El policía preguntaba si no habíamos escuchado nada, que despertaron a los vecinos de la derecha y que ellos llamaron a la policía. 

El policía sorprendido y mi mamá avergonzada de no haber escuchado. El policía nos volvió a preguntar si estábamos bien, si no nos habían robado nada y le dijo a mi mamá que no se preocupara, que estaban buscando a los rateros. Mi mamá les dijo que qué bien, que no le volviera a salir del techo. 

Entonces vivía en una colonia un poco... uhm... popular. No, digo, estaba chida pero éramos la linea entre una cholonia y la gente fresa. A nosotros nos caían mejor los cholos, nomás que de ese lado había un anexo y pues... a veces era un poquititititito inseguro. Pero más chido.
Unos vecinos de enfrente tenían una familia numerosa. Las niñas, compañeras de mis hermanas, eran muy... uh, sumisas, supongo. Casi no salían. Tenían el cabello muy largo. Nunca sonreían. Apenas e iban a la escuela. Sus hermanos, sin embargo, eran bien de calle. Mi papá notaba que desde pequeños se colaban en las casas, y varias veces vió cómo le robaban la antena del carro. La primera vez se hizo de la vista gorda, la segunda vez fue a acusarlos. Le regresaron su antena los papás del niño.

En fin que les encontraron las televisiones a los chavos y los arrestaron. Fue muy raro.

Pero después volvieron.


Je.

lunes, 13 de mayo de 2013

Marchita

Amores tras amores, Mari, mi niña. ¿Qué otro futuro te esperabas? Cuánto respeto. ¿Qué sentías por mí, acaso? Que todas las noches que te encontraba bajo la farola te pedía un beso, y eras mujer suficiente para dármelo sin pedirme nada a cambio. Siempre sola, siempre esperando.

A mí me encantaba ese vestido rojo tuyo, con el corte en tu cadera y los rasgones que le diste para que fuera más corto. El cabello sucio, medio peinado, a veces en un chongo despeinado con los rizadores que encontrabas tirados en la calle. 

A veces te amaba, y a veces te odiaba de celos. Pero la mayor parte del tiempo te temía, a ti y a tu saber de años de calle. ¿Alguna vez me hubieses dejado probar tu piel? Yo creo que no, como tú, siempre fui un pobre diablo. 

No fue ninguna sorpresa encontrarte así bajo la farola. Con algo parecido a una sonrisa de dientes rojos. Tu vestido más planchado que nunca. Tus piernas medio abiertas, casi insinuantes. Tus rodillas eternamente raspadas. Tu cabello despainado y tus ojos vidriosos, muertos, sin decir ya nada. 

Allí mismo te regresaron en cajón prestado. Era de cartón. Unas te llevaron flores pero en realidad casi nadie se tomó el tiempo de mirarte. Yo te miré mucho. Te puse unas flores qu me robé del jardín de un don señor. Como odiabas que te mirara de esa forma pero sabía que ya no me dirías nada. Ay, ¡cómo me enamoré de ti! Incluso ahora, con tu bonito odio a la vida más presente que nunca, ya casi nada.



jueves, 2 de mayo de 2013

When we made love you used to cry. You said I love you like the stars above, I'll love you till I die. There's a place for us you know...

Entró al salón: blanco, amplio, totalmente vacío. Se detuvo frente a la chimenea, a un lado de su prometido. 

- Te ves hermosa.
Le dijo. Ella sonrió sin ganas. Debajo de su ligero velo movió su mirada hacia arriba, desde sus zapatos, por su corbata, hasta su expresión apologética cubierta de una ligera barba. No tuvo que decir nada, solamente negó por lo bajo. Se les rasaron los ojos de lágrimas que se negaron el un al otro.

Ceremoniales pasos sobre el suelo de madera los separaron. Entró un sacerdote. Vestía de negro. Se detuvo entre la pareja, sin expresión, y los miró, primero a uno y luego a otro. 

- No hay nada que me complazca más que unir una pareja ante Dios, mostrándo todo el amor que se tienen. Pero esta es una ocasión especial. Diferente. Yo no puedo negarme a brindar el santo matrimonio a una pareja.

El párroco miró displicente la pareja y continuó con la ceremonia. No agregó nada más durante el rito, más que una total repulsión en su hasta-que-la-muerte-los-separe. 

- Que lo que ha juntado Dios, no lo separe jamás el hombre.
Fue notable la inflexión del párroco en su "jamás". ¿Qué saben los religiosos de porsiempres? Viven la vida esperando, en un vilo infinito.

La pareja se besó. Fue un beso inquieto, no como el primero sino como el último. Un beso de esos que no se dejan querer terminar, pero que quieren ser terminados porque saben de la fragilidad del tiempo. 

- Dios los perdone, y me perdone a mí también. 
Se retiró el sacerdote. El paso era ahora más ligero, pero con los pies pesados, con la incertidumbre de saber algo que se debe ignorar. No volvió ni miró atrás. Cerró la puerta tras de sí con un sepulcral eco que rebotó en el vacío.

La mujercita empezó a llorar. Se veía más frágil y triste que el ambiente mismo. Él la abrazó y también lloró. Lloraron de dejo, de soledad, de inevitabilidad. Cuando lograron serenarse un poco, él intentó soltarla. Le dejó los hombres primero, y le cogió las mejillas para secarle las lágrimas y el maquillaje vertido. El joven se acercó a una esquina y tomó una botella vieja y dos copas. Puso un líquido algo espeso y oscuro de la botella a las copas y regresó con su esposa. La abrazó fuerte y le dió una copa. Se sentaron en el suelo y comenzaron a beber con placer, con horror, con temblores y miedos y mucha certeza. 

- Hasta la última gota.
Se decían el uno al otro, hasta que apuraron por completo la bebida. Se echaron en el suelo, él sin el saco y ella sin los tacones ni el velo. A veces se reían y se abrazaban más, después empezaban a llorar por ratitos. Al final se quedaron dormidos, más cerca que nunca. No despertaron.

miércoles, 24 de abril de 2013

De repente me siento en la necesidad de no decirles nada.

martes, 2 de abril de 2013

Save yourself

Acostada sobre el suelo con el ventilador apuntando hacia ella, así la miraba el gato. Hacía un tremendo calor, se habían salido los demonios del infierno. Con el mínimo de ropa: los shorts de colores, la camisetita blanca, descalza; nada funcionaba. El gato también tenía calor, corrió a meterse debajo del sillón. ¿Qué mierdas son estas? pensaba ella. Rodó en el suelo a acomodarse de otra forma, pero nada funcionaba porque hasta el piso estaba caliente. Caliente el aire, caliente ella, caliente el recuerdo. De repente se le antojó un cigarro, pero la cajetilla siempre la llevaba él. Siempre le daba uno cuando regresaba a casa, después de recogerla del suelo para darle una reprimenda ("Las mujercitas no deben sentarse en el suelo, mucho menos acostarse."), lanzarla sobre el sillón, y cogérsela despacito. Estaba harta del lugar, de la ciudad. Vivir en un departamento deprimente, tener que ir al parque para sentarse abajo de un árbol sin hojas, caminar en silencio, esperar el metro para poder llegar a cualquier lado, el calor (el maldito calor del inframundo) y que tu esposo llegue por las noches a abrirte las piernas. A veces estaba ya más harta que nada, el gato tenía cara de que también quería irse a otro lado. Parecía que el mundo estaba ya olvidándose del resto de sí mismo y se retiraba hacia la ciudad, concentrado, un punto de carros, humo, edificios y mucha mucha calor. A veces se sentía como si no hubiese ya nada más. No podía irse ahora, ¿ o sí ? No le podría decir a su marido que por favor la dejara regresar a su pueblo, o que regresaran juntos. ¿Qué le haría él a ella si se atreviera a pedírselo? Se tendría que quedar allí, esperando a su esposo todos los días, a que él la ponga sobre el sillón y la use como a él le gusta. Después la dará un cigarro y él se fumará otros dos. Se comerán la cena recalentada y se irán a dormir; si es sábado quizá vuelvan a tener sexo en la noche hasta la madrugada.

El gato brinca sobre la cama mientras duermen. Deja caer el cinturón que se quitó el hombre antes de meterse a la cama en ropa interior. Ella salta con el sonido de la hebilla al rebotar en el suelo. Él continua durmiendo a su lado. Sólo un poquito de luz naranja artificial entra por la ventana, una noche más.

martes, 26 de marzo de 2013

Despertaste tarde

Esta noche tuve una serie de pesadillas. No me gustaría llamarlas así, simplemente fueron sueños poco agradables pero el punto es que las tuve. Los primeros no los recuerdo debido a que despertaba gracias a patadas (primos que se mueven y otras desgracias) y porque tenía frío y porque la ventana estaba completamente destapada y mi dolor de cabeza y blablabla. Pero bien, uno de los últimos trataba de que despedía a mi mamá en la parada del camión, llegaba a mi casa y me llamaban para decirme que el camión había tenido un accidente y mi madre estaba muerta. Mágicamente (como suele suceder en mis sueños), cuando ya había avisado a mis hermanas e íbamos al CEMEFO resulta que ya no, ahora íbamos a recoger a mi padre y el piso era esponjosito y tenía que subir una ligera pendiente y se me hacía agua los intestinos y quería vomitar porque recordé lo mal que huele un muerto... Allí desperté una vez. 
En el siguiente sueño decidíamos ir a San Miguel porque mis amigos y yo mirábamos un letrero. Nos metíamos al cine, pero, naturalmente, yo llegaba tarde y estaba sola y llevaba cargando la basura. En realidad ya no tenía muchas ganas de ir a San Miguel. Entraba al cine con la basura cargando y resulta que estábamos viendo La Pasión de Cristo (una más chida de las que sí existen). Había un personaje del que nos burlábamos mucho, parece que solamente hacía notar las cosas obvias y era bastante despistado. Yo no sabía exactamente quien era pero lo imaginaba como Juan Bautista; Ana y Pepe sabían perfectamente su nombre y por qué el personaje era así, me sentía fuera de un chiste privado. Alguienes llegaban aún más tarde así que ya no me sentía tan mal. Saliendo del cine me perdía un poco, alguien llegaba y me decía: "Karlita te está buscando, quiere que le mandes ya lo de Becquer. ¿Cómo vas?". Yo había olvidado por completo el trabajo y no tenía nada. Dios, y ese trabajo era para anteayer (o antes). Como todos los de la basura se me habían perdido, ya no sabía donde tirar todo, recorría camionetas y todos ya estaban arriba y yo con las bolsas de la basura en las manos. "¿Dónde tiro la basura?" preguntaba. "No sé, pregúntale a ellos." Me decían todos, apuntando a varios tipos con bolsas de basura en las manos. Eran tipos desconocidos y todos los demás ya se iban a ir y ¿dónde iba a quedar yo? 

Esos sueños desesperantes no son lo mío. Ayer y hoy las esperanza la llevo más baja que nunca.







lunes, 18 de marzo de 2013

Those little things

We have our own dramas like everyone else. But they're not like everyone else's. No, we have our own little dramas. It's not that they're from little things, and it's not that they're  from unimportant things. No, it's just that they're little dramas. They aren't loud, they aren't spoken (sometimes). They are our own little dramas that never grow to become something, somehow. They originate, slowly become baby things and then they just tingle and disturbe like a pebble on the heart. Then, the little pebbles start to dissolve, the go into the blood, into the skin, out in the sweat. They evaporate in the air leaving a strange fragance behind. These little things that start as nothing and end as nothing... sometimes, very few times... they leave a mark. A mark that sometimes itches. Those are our own little dramas. Those are.

viernes, 1 de marzo de 2013

There is a light

- No, hoy no sonrío.- le contesto. He pasado el día en cama con tremendos dolores que vienen y van. También tengo náuseas. - ¿Cómo te fue en el trabajo?

No se lo he dicho en mucho tiempo pero se ve adorable en su traje. Ha dejado el maletín en el suelo y se aflojó la corbata, y el traje gris arrugado por el día le queda maravilloso. Le amo demasiado cuando se ve así. 

- No importa cómo me fue, importa cómo te sientes. Amor, ya sé que te sientes gigante, que te sientes mal. Pero te digo que te sigues viendo hermosa, más hermosa que antes, a lo mejor. 

No le hago caso al bruto, hoy no me he vestido, ni siquiera me quité la ropa anoche para ponerme la pijama. Nada más me puse el batón rosa para abrir la puerta porque ha olvidado las llaves. Me sigue hasta la recámara y se sienta en la cama, yo me recargo en la pared y miro al techo, tragando saliva de náusea y aplastándome el chongo de cabello ondulado sin peinar contra el cráneo.

- Yo te amo - me dice. - Te ves hermosa y te amo.

Y más que con palabras, me toma de la espalda y me acerca a él. Quizá sí me veo bien hoy. Siento sus manos que suben desde mi espalda arqueada, siento su barba contra mis senos que baja hasta el inicio de la barriga... Sus dedos se mueven hacia mis nalgas.

- Hoy no le he sentido moverse. - le digo por fin. Ya no me acaricia. Estoy casi segura de que hemos perdido al bebé.

domingo, 24 de febrero de 2013

Hush little baby, don't you cry. Momma's gonna buy you a nice little pall

Ven, que te canto tu arrullo. Te sostengo tan delicadamente como debí haberlo hecho, ya te he vestido y bañado. No más llorar, ya te puedes dormir. El canto que no oyes cubrirá tus ojos duros y quietos. También cubrirá tu piel dura e incolora el canto de tristeza de mi corazón y la cobija que te tejí cuando eras casi nada. No habrá más perfume que mi amor para cubrir tu progresiva desaparición en algo que ya no será jamás. Te sostendré en mis brazos por siempre y no dejaré que nadie te arranque de ese último hogar que soy yo. ¿Te gustó tu canción, cariño? Te cantaré otra más sin temor a que te despiertes, voy a esperar hasta que te decidas hacer polvo, hasta que yo te vuelva a ver. Mi nene tiene sueño, bendito sea.

viernes, 15 de febrero de 2013

Scarecrows

Así que estaba yo, un poco desesperada, en mi cuarto, porque la estúpida cama que mandó hacer mi mamá no sólo era una cama: barandales, ebanistería, una pendejada con la que siempre me tropezaba y resbalaba...

Y la verdad es que cada vez que yo me dañaba con la cama, la cama se astillaba o golpeaba también. ¡Me sentía culpable, carajo! Pero no, mi mamá tuvo que mandar a hacer una super cama inútil.

(Hubo una adorable pausa para Calvin and Hobbes)

Entonces, que en una de esas me caigo porque se me enredó una telaraña y todo saben lo molestas que son las telarañas así que uno tiene que brincar y gritar hasta que la telaraña se caiga. Desgraciadamente la que se cayó fui yo y pues que me encuentro con muchas telarañas en la cama. Así que seguí las telarañas y MADRES que encuentro una arañotototota viuda negra (ni siquiera las he visto, mi imaginación la creó) del tamaño de la palma de mi mano.
Por alguna razón tenía la panza gigante y extremadamente roja, y las patas MUY MUY cortas. Básicamente era un insecto y no una araña. 

Así que en desesperación corrí a buscar un encendedor y algo en aerosol para carbonizarla. Pero no, los pendejos que vivían conmigo (que me tachaban de rara y no los culpo, tengo entomofobia) me dieron un estúpido rociador de cabello. 

De manera que regreso con la araña y la empiezo a atacar con agua, pero entonces la araña me dice "Pérate, aguanta, que tengo frío" y yo posquemecago. Entonces que la araña me empieza a seguir y el primer instinto de todos es decir "Goey, la araña se enamoró de ti".

FUCKING REALLY? ¿Y yo soy la rara, gente? ¡La perra me quiere picar! Así que corro a toda velocidad (MI velocidad, que es poca) pero la araña me sigue en ese extraño levitar de telaraña y yo no sé qué hacer. 

Brinco a mi cama, me tapo con la cobija (para que no me pique) y ya saben, siempre queda destapada la espalda baja justo arriba del trasero...

Que es donde la araña decide picarme. Doy un salto de dolor en el que pienso en que estoy muerta porque no hay antiveneno de arañas (or is there? who does that?) y la gente muere de picaduras de araña...

En el cenit de mi salto abro los ojos y veo mi lamparilla de papel que reposa sobre mi cama. Mientras voy cayendo (con una extraña sensación en la espalda) me siento un poco mejor y me empiezo a reír.

No tienes idea de lo que acabas de soñar.

PD: un meteorito cayó en Rusia. Awesome.


sábado, 9 de febrero de 2013

Strings of a heart

No suelo ser una persona nerviosa. Los hábitos que tenía eran eso, hábitos; nunca antes había hecho algo por nervios. Si me mordía las uñas o me toqueteaba el cabello... siempre por mero aburrimiento.

No, los nervios vinieron después, ahora que menos los necesito. Me muerdo los dedos, me jalo las falanges, me toco la cara y principalmente no me puedo concentrar. No es lo que hago sino lo que siento, ese pequeño sentimiento que se forma en el fondo de uno mismo y va creaciendo, como si abrazara todos los órganos y los llenara de humo verde. Es un sentimiento de terror, de incertidumbre, de miedo, de inquietud. De nervios.

Pero lo peor es que el sentimiento me da en los peores momentos, cuando estoy leyendo, cuando necesito leer. La tarea no se puede completar así.

Y sí, a veces, escribir funciona.

Pero los textos tienen saltos, huecos, no funcionan. No se hace nada de esta manera.

martes, 5 de febrero de 2013

Pink snaps

Yo lo sé y espero que ustedes lo hayan notado, la vida del blogger se me está apagando.

Antes se me acabó el internet, luego el tiempo, luego las ganas. Hoy estoy muy deprimida -desde hace varias semanas- y sé que algunos lo han notado. Esto ha estado bien reflejado acá y pido perdón porque ahora que reflexiono la estoy desquitando con el blog cuando debería estarme ayudando con él.

Si no mal recuerdo, el blog lo hice porque estaba pasando por momentos difíciles: crisis existenciales, dolores del corazón, adolescencia (blegh), cambios de vida (me mude de escuela Y de casa) ininvitados y muchas otras cosas más. Y sí, el blog me ayudó con todo ello, a aceptarlo, a superarlo, a reírme de la vida y esas pendejadas que dice uno en los momentos de bobo.

Entonces ¿por qué desquitarme con el blog si puedo ayudarme a seguir adelante con todo? Entonces, aquí va mi vida en resumidas cuentas:


  • Entré a la universidad de Guanajuato y estudio Letras Españolas. Al principio me encantó la carrera pero ahora me doy cuenta del poco apoyo que recibo de mi escuela para mi educación académica pero al mismo tiempo comencé a descubrir las otras bondades y apoyos que le brinda a uno la misma universidad y otros proyectos de la vida universitaria para seguir en tus sueños. Esto me lleva a...
  • Entré a la sociedad de alumnos, cuyo trabajo principal es organizar Coloquio Efraín Huerta cada año; además de dar a conocer nuestra carrera y nuestra escuela a la gente ("bajar del cerro" decimos, pero en Guanajuato es imposible bajar del cerro sin dejar de subir a otro). En este grupo, además, conocí personas increíbles que sé que estarán siempre presentes porque además trataremos de robarnos el trabajo mutuamente y así. También sé que cuento con ellos para arrastrarme a salvo cuando esté muy ebria como yo lo haría por ellos. 
  • Gracias a esto también he podido involucrarme en otros proyectos, principalmente la nueva revista que estamos haciendo entre algunos otros compañeros Sombra Roja y esperamos que prospere en los siguientes años.
  • Me he vuelto más cercana con mi familia, y con ello, me refiero, a mi hermana. Ahora quiero salir más y conocer y perderme, y tengo menos miedo que antes para estar con otras personas.
  • Descubrí que soy fan del mezcal, además del tequila. No hay duda alguna que soy de México.
  • Ahora curso mi cuarto semestre de universidad sin deber ninguna materia (apenas).

Pero, sin embargo, este año nuevo no me trajo más dichas sino desgracias. Si he estado un poco debajo del agua (suicida, ejem) es porque recibí las peores noticias. Al principio fue porque me enfrenté con algo que no había tenido que enfrentar en mucho tiempo, pero veo que las cosas pueden seguir adelante sin reparos. No sin mías para compartir ni he estado lista para compartirlas con otros pero que más da si lo hago en este medio puesto que nada afecta y quizá algo gane. Recientemente, uno de mis familiares más cercano fue diagnosticado con LA enfermedad. Muchos de ustedes sabrán a qué común diagnóstico me refiero.

Si bien mi parte espiritual quiere creer que las cosas van a sobrellevarse y seguir adelante, mi razón me indica que no sea pendeja, que la salud en México podrá estar muy avanzada pero que a veces ni por gracia del señor vamos a salir en la que estamos y que, a veces, tenemos que aceptar ciertos avenimientos.


Con esto quiero retomar el blog que solíamos ser. No quiero intentar volver a ser lo mismo porque así SomoS y la raza cambia, chavos, estando triste voy a seguir triste y voy a escribir triste. Pero al menos me quiero volver a anclar a la realidad de los pequeños momentos y cosas y reírme un rato de lo que pueda. Así se sacude uno lo que trái dentro, creo.

Entonces me retiro a hacer la tarea que desgraciadamente no se va a hacer sola y a dormirme un ratito porque tengo gripa y hueva. Principalmente hueva.




Ciao!







lunes, 14 de enero de 2013

Desearía ser Dios...

Ojalá fuera Dios. Así podría ser yo quien les evitara la pena y el dolor. Elegiría que estuvieran bien siempre, y con mi sólo pensamiento les haría un arcoiris de colores todos y cada uno de los días, justo antes del atardecer. 

Ojalá fuera Dios y les contestara todas sus plegarias con un poema, una flor y haciendo sus deseos realidad. No necesitaría separarme de ustedes ningún segundo. Ni siquiera tendría que secar sus lágrimas, no habría llantos nunca, ni por error. 

Ojalá fuera Dios. Ojalá fuera yo todo lo que ustedes necesitan: el amor, el dinero, la cura, el tiempo, la paciencia, el consuelo, la vida misma. Ojalá pudiera sanar todas las heridas y eliminar todas las preocupaciones con la punta de mi dedo.

Pero no soy Dios porque él no existe como el gran poder ajeno a nosotros. Y lo sabemos porque no puedo evitarles la pena ni el dolor, no puedo darles lo que necesitan y cuando quiero ponerme de pie a rezar con ustedes me resbalo con mis propias lágrimas.

No puedo ser Dios y tampoco puedo ser fuerte. Y desearía serlo.

Padre nuestro que habitas en los cielos, santificado sea tu vacuo nombre: venga a nosotros tu reino de poder, danos el pan de cada día, perdona nuestras palabras, levántanos cuando hayamos de caer y líbranos de eso que no podemos evitar. Así sea.

sábado, 5 de enero de 2013

Al alba

Es interesante ver lo poco que le interesa a muchos estas bellas cosas tan sencillas. Por ejemplo, contamos rápido aquellos que logran darse cuenta de la belleza que carga el alba.

Ellos miran con incertidumbre agonizante el atardecer que se aproxima, y con valientes miradas de terror se adentran hacia el otro lado del sol. El oriente de oscuridad se enciende con todas las inexpectativas esperadas: los ojos ávidos de mal, los alcóholicos confudidos, las impresiones del pasado, los animales tristes, los que tienen hambre y frío, los solitarios y tristes... ellos son todo eso, son lo mismo a lo que enfrentan; son un cambio de uno y otro, un devenir que parece infinito, que les chupa lentamente el jugo de los huesos, les encapa el corazón y les desliza el cerebro. Un vacío de existencia se presenta ante ellos y en la esperanza de no encontrar nada, de la continuidad, se vuelve marino el cielo. Ellos siguen allí, casi artistas de la sobrevivencia, en el alba, la belleza de la luz amarilla de la farola mezclándose con el sol y la luna y el humo de las alcantarillas. El alba les abraza de la promesa del calor y de la necesidad del regreso. 

Es el alba que nos presenta ese mundo de las sombras fantasmales como un nuevo mundo que no durmió, como ayer y como mañana, que nos espera obligado y que, a veces, nos cuenta secretos de amantes que se han dejado un par de horas antes.

La magia se dobla por la mañana, se enjuaga y se vuelve a repetir a la noche siguiente.