miércoles, 29 de diciembre de 2010

Arte.

¿Les había contado que no sé nada de arte?


Bien.
Sigo sin saber.


Creí que tendría tiempo de leer sobre ello, pero aparentemente, me da hueva.
Prefiero mis clásicos.


Sin embargo, en estos momentos estuve viendo algunos blogs y descubriendo artistas (que yo no conocía, pues, para ser exacta).


Una de las que más me quedé pensando fue la Hermana Corita.


Así que, inspirada por ella, voy a abrirme más proyectos.


Sí, después de leer varios clásicos, aprender a escribir teatro/cine, aprender a hacer cuentos para niños y el debate escolar, tengo un nuevo proyecto: aprender sobre artistas.


Corita tenía -aparentemente- muchas ideas. Con su arte, también fue activista.


Muchos serigrafistas no saben el poder que tienen con sus manos, montones de diseñadores gráficos con un talento sin imaginación. Sin acción.


Vaya gente.


Así que voy a empezar a juntar nombres de artistas, y así, no los olvidaré y los  pondré acá. Donde también ustedes pueden ayudarme (y espero que lo hagan, flojos).


Sin más, voy a empezar.


Los proyectos no se terminan solos.




PD. También tengo que hacer un unicornio de papel maché. Tamaño real.


PD2. Oh sí, música, también necesito avanzar en eso.


PD3. Me cae que si repito artistas, ustedes ni se van a dar cuenta.


PD4. Un feliz feliz feliz feliz 28 y año nuevo a Kabán. Y por su nuevo hijo|. No pude publicar broma por motivos familiares. Pero ya verán, que un día de estos se las cobro. QUEDAMOS PENDIENTES.

sábado, 25 de diciembre de 2010

Cuento de malNavidad.

No soy una persona malvada. Tanto.
Mi esencia es dadivosa, me gusta dar trocitos de mi alma a todo aquel que la pida o que parezca que la guardará por un ratito. Ni siquiera me importa si la olvidan al cabo de un par de semanas.


Sin embargo, me han visitado los fantasmas de la malNavidad.


La Pre-malNavidad:
Para empezar, esta semana estuve de niñera. Mis tíos decidieron que estaría chido ir a EU, pero como sus hijos no tienen pasaporte/visa, pues los dejaron unos días con nosotros.
Son unos de los pocos niños privilegiados que se ganan mi paciencia y cariño. 
Sin embargo, son 4. Demasiados niños, a mi ni me gustan los niños. Uno se quedó fuera de nuestros brazos (y bien, porque no quería cambiar pañales), pero los otros pasarían desde el  martes hasta ayer en mi casa. 
En fin, no planeaba mucho la navidad; lo único que me gusta hacer es cocinar ese día... y luego tragar los platos enteros y mucho alcohol.
Sin embargo, mi prima estuvo a jode y muele que quería poner lucecitas navideñas, el nacimiento y la extensa villa miniatura de mi madre. Decía que siempre lo hacía con su abuela, que murió hace un mes. Mi madre se puso emotiva e hizo todo lo que la niña quería: luces, adornos, nacimiento lleno de heno, hastiarme...
En fin, para el tercer día, yo ya estaba mamando, y me refiero a comportarme como mamá: "Deja de jugar, apaga la computadora, báñate, no te lavaste detrás de las orejas, deja de gritar, muévete, eres un huevón, ya pónganse la pijama, ya duérmanse, ya váyanse a dormir, que ya se duerman jijosdeldemonio..." en fin...
El 24 de diciembre POR FIN, llegó. And there's where it all happened.
Me levanté, investigué recetas para relleno de pavo e hice el encargo para las compras. Abrí la puerta para mi hermana, y juntas mandamos a los niños a bañar (¿ven? chale...).
Planeé lo que iba a cocinar, y subí a hacerme tonta un rato.


Después, comencé a cocinar. Me gusta mucho hacerlo, y todo estaba saliendo bien. Embadurné al pavo en mantequilla and everything look ready to go.
¿Y los acompañamientos?


Y entonces el fantasma apareció: "Tu tía tiene mucha pasta..."


¿Qué caraj...? ¿Y a mi qué? No vamos a cenar con ellos... ¿o si?


SI.


...




La malNavidad
Rogué cuanto pude por no ir a casa de la tía. ¿Tanto odio a mi familia? No. Es una larga historia.
Hace mucho, esa tía (política) festejaba con su familia en otro estado, SIEMPRE. Quizá hubo años que no, pero nunca me dí cuenta. Allá, teníando TODA una posada: intercambios, juegos, velas, en-el-nombre-del-cielo's, cuetes, piñata, bolsitas de dulces, música, mucha comida, crepas (aparentemente...), y toda esa sarta de mexicaneidades.
Dirán ustedes que entonces no me gusta la navidad como se festeja con los mexicanos o algo así... Pero déjenme explicar más. Hace como tres o cuatro años, la madre de dicha tía murió. Y la familia de ella se deprimió tanto, que dejaron de festejar la navidad como acostumbraban. Invitamos un par de veces a la tía a festejar con nosotros cuando no salíamos, y hacíamos todo como ella acostumbraba. Somos unos blandos.
Sin embargo, este año la familia estaba reivindicándose, y esta vez vendrían con la tía a festejar navidad. 
Somos familia, y sé que siempre somos bienvenidos (espero, ja), pero estaba lleno de visita y ELLOS NO ERAN MI FAMILIA. Y ni siquiera los conozco tanto. Ellos sí me recuerdan, pero supongo que no son tan geniales para que valga la pena recordarlos a ellos. 
No quería ir.
No tenía ropa fancy para ponerme. Bueno sí, pero no quería.
Quería comer de lo que yo había preparado. Durante un par de días, si era posible.
Quería beber el alcohol que habíamos comprado. Yo.
Sí, lo sé. Suena feo. Me vale pito. Siempre nos acomodamos a las navidades de los demás, y hoy quería una navidad simple y pequeña y sencilla donde podría comer y beber muchingo. Se me antojaba tanto ese vino, y esos Boon's, y más vino, y mi pavo, y pasta con mantequilla y queso, y mucho pan, y ensalada mala de mi hermana, y las papas (que ni siquiera me gustan) de mi madre... ¿Era eso tan difícil?


SI.


La MalNavidad resultante
Me bañé a regañadientes. Me paré desnuda en la sala de mi casa durante media hora, decidiendo que tenía hueva de vestirme bien. Y que no quería ir. 
Al final me puse mi vestido nuevo que esperaba guardar para después. 
Salí al último de la casa, y me dirigí caminando en el frío a mi destino: la casa de la tía.
Cuando llegué, estaban haciendo intercambio en un juego con dados. Tenía cierta lindura, se robaban los regalos de otro si ganaban jugando dados. No eran cosas de verdad, pero esa era su diversión. 
Luego empezaron a hacer un juego al estilo "Un limón, dos limones", y quien perdiera tomaría una tapa de noséqué chingados. El maldito juego no me dejaba platicar agusto de las cosas estúpidas que siempre hablamos en navidad.
Yo ya tenía hambre, quería comer e irme a dormir cual grinch. No tenía mi alcohol ni mi comida. 
Perdí, por perdida del tren de pensamiento. Como tres veces.
La primera, no quería beberme esa madre que tenían, pero, era alcohol, así que me la empiné.
Sabía a anís.
"¡GUÁCALA, ESTA MADRE SABE A ANÍS!" Dije, queriendo dar a conocer mi aversión al condimento asqueroso. 
"Es que es anís." contestó mi hermana. Consideré por un segundo regresarlo al vaso, pero instintivamente me lo tragué.
"¡AY NO MAMES!" dije con mucha efusividad navideña. Mi boca sabía a anís. Detesto el anís. Lo detesto más que la religión. Lo detesto más que el pescado. Lo detesto más que los niños. Lo detesto más que el racismo. 
Me bebí el ponche que tenía enfrente, me bebí el ponche de al lado, y el anís hijodeputa aún sabía por toda mi boca, garganta, esófago y estómago. Podía sentirlo, carajo, y era asquerosamente asqueroso. Mi estómago protestaba. Quería pavo relleno y vino, y lo que yo le daba era una pinche asquerosidad con anís. Acababa de cortarlas conmigo.


Maldije su pinche juego que arruinaba mi navidad, y me puse a imaginar cosas sucias. Porque soy adolescente y porque puedo. Y porque esperaba que alguien me pudiese ver la mente, y se asustase con las imágenes sodomitas que estaban sucediendo en ese momento en mi cabeza. Y no los pelé por más veces que dijeron mi número. Fuck them. Fuck them so many times in their asses. El resto de las veces que perdí me dieron Boon's esta vez. No fue un gran castigo, pero les hice recordar cada vez que detesto su pinche bebida con sabor a anís. 


Cada estúpido segundo, mi estómago decidió volcar el anís y sus jugos gástricos como una burbuja de bingo. Tenía las agruras más feas que me habían dado en mi vida. Mi estómago, en un panchito, decidió recordarme que tengo gastritis, y que posiblemente tenga esa enfermedad bizarra de los Bueno, y que esta noche I was goin' to pay.


Me movía por todos lados, probando el anís una y otra vez, con infinitas ganas de vomitar.
Suck it up, me dijeron. So, I sucked it up.


La comida estaba siendo servida. Vaya, los odio a todos.


Me senté frente a mi plato, contemplando un gran cantidad de lomo (que yo no hice y que no se antojaba), un chingo de pasta (que sabía a mayonesa... ¡MAYONESA! ¿de qué libro de recetas lo sacaron? ¡¿McCormick?! Imbéciles sin papilas -ja, siempre digo pupilas- gustativas), una crepa de rajas con elote (no me gustan las rajas, y el elote era de lata, ugh), ensalada insípida (aún peor que la de mi hermana) y que tenía manzana a la que soy alérgica. Solo había una pequeña cantidad de pavo, y muy poco relleno. 


They were tryin' to starve me to death.


Admiré la comida por un largo rato. Las náuseas. No pude comer. Se me antojaba pan, como siempre que mi estómago se siente así. Ya no había.


La rabia se apoderó de mi, luchando contra mi yo navideño. 


Quería comida. Quería a mi familia gritando. Quería vino decente. Quería irme de allí y dejar de escuchar música que había estado escuchando toda la semana (mis primos tienen pésimo gusto en música, workin' on it).


Me odiaba tanto porque tenía hambre, odiaba a la gente de allí por hacerme beber, odiaba a mis padres por obligarme a ir, odiaba a mis hermanas por no advertirme del anís, y me odiaba a mí misma por odiar a los demás, por culpa del estúpido espíritu navideño. 


Así que me puse a hacer lo que sé hacer cuando, bueno, cuando me siento tristemente humillada por mí misma: llorar.


Quería vomitar con todas mis malditas ganas.


Así que me fui a mi casa y me induje el vómito.


Y así fue como empezó la allizzia Grinch. 


Comprendan que comer es una de mis actividades favoritas (excepto en la playa), adoro comer, y mucho más cuando soy yo la que cocina. Adoro la comida, simple y sencillamente.


Y en Navidad, ¿me lo quitan?


Espero que se mueran en un pozo de mierda.


No soy una persona católica ni religiosa, pero me solía gustar festejar todo eso. 
Ahora, no voy a colgar un solo arreglo navideño más, ni en la escuela (no me hagan ni empezar con eso), ni en mi casa, ni en mi chingada madre. 
Cocinar, sí, quizá. Adoro hacerlo.
Pero nada más.


Me gusta festejar diferentes navidades, incluso las no-navidades con las tías que se cambiaron de religión. 


Pero no como esta vez. Jamás.














Prefiero los balazos de Culiacán. Donde se rompen las olas.





jueves, 23 de diciembre de 2010

Desfilito.

Bien, no he escrito nada en los últimos días, no tengo muchas ganas, quiero leer, así que solo vengo a hablar de cosas sin importancia. Me gustan las palabras que terminan en -ancia. 


En fin, les voy a contar sobre el desfilito navideño al que fui con mis (muchos) primos. Desfilito porque estuvo cortititititito. 


Era un desfile de la CocaCola. Es... raro. ¿De cuándo a acá hacen desfiles las empresas gigantes? Ya voy a ver al Osito Bimbo caminando por la calle, y saludando a la botarga del Dr. Simi.... En fin, estábamos en el desfilito, llegamos temprano, nos sentamos en la calle más transitada del centro para ganar lugar y estuvimos allí un rato.


Más rato.




Un poquito más de rato.




Ok, ¡fue un chingo! La gente se concentraba y se concentraba, llegaban vendedores de varitas/diademas de luces y manzanas acarameladas, pasaban carritos de pan. Los autos seguían pasando. La policía incrementaba, la seguridad no era suficiente, había cada vez más gente. Casi atropellaban a mucha mucha gente...


Y empezó lo interesante. Cerraron la calle principal, solo dejaban pasar a los que daban vuelta por el santuario. Empezaron a pasar más vendedores. 
Una de las mejores cosas, para mi, fue que pasó un vendedor de algodones de azúcar con su maquinita encendida. Pero estaba medio pendejete (o era demasiado inteligente y nos quería felices) y dejaba ir listones de azúcar y volaban por el viento. Todos los niños (y adultos) saltábamos para alcanzar trozos de algodón del viento, y casi hasta atropellan a un chiquillo pendejo (muy pendejo... niños idiotas, caray, ojalá sí lo hubiera matado el auto para mejorar la raza). 
Bien, estaba rodeada de mis primos, y la nena de 10 meses; así que las tensiones crecían porque todos queríamos ver el maldito desfile para poder irnos ya a cenar. Mi madre comenzaba a creer que no iba a pasar. 


El momento culminó, porque las cosas se sintieron como un silencio falso. Los autos ya estaban detenidos, por completo. Ya estaba completamente oscuro. Las luces, todas, estaban prendidas. El aire estaba lleno de partículas (que sabían sospechosamente dulce) y se empezó otra vez el estruendo.


Varias sirenas se empezaron a escuchar. La nena volteó, su cara era de claro terror. Eran como 4 sirenas distintas, de policía, de ambulancia, de esas de protección civil, muchas. Los autos se asomaron, y todos volteamos a verlos. Venían.


Después de las sirenas, siguieron los autos de gobierno y un camión de la coca. Gigante... que pitó justo frente a nosotros. Pensé que la bebé tendría un ataque al corazón del susto. Y de repente, se escuchó la música. Música linda y feliz. Y luces. Oh, por Dios, que esos carros tenían muchas luces. La nena casi muere, pero de felicidad. Gritó y saltó e hizo esas cosas tiernas que hacen los bebés emocionados. 


El desfile estuvo lindo. Eran varios carros, con un tema cada uno. Al frente de cada carro, iba un grupo de personas bailando, muy ensayado y toda la onda. La música era navideña siempre y de todos tipos. Había hasta una canción reggaetonera. La pura buena onda, les digo.


Al final, un desfile muy corto. Creo que la bebé se cansó de gritar y bailar y así, entonces se fue muy callada. Feliz, creo. 


El viento aún sabía a caramelo.


Yo quiero que así sean las cosas. Ahorita todo está del demonio, y lo sabemos. Pero al final, yo espero, que los niños tengan un lugar muy lindo, lleno de algodón de azúcar gratis y olor a caramelo por siempre. 
Aunque ya no me toquen esos tiempos a mi, a los niños, por lo menos.


¿Ven? No soy tan pesimista, tengo esperanza.


Vana.


Pero esperanza.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Prófugo...

Te estaba esperando para que llegases a casa. Te abriría la puerta, y te diría cuánto te amo, como todos los días. 
Y es verdad, cuánto y cómo te amo.
¿Recuerdas cuando te conocí?
¡Qué nerviosa estaba! Tenía tanto miedo... irracional, porque no sabía la maravillosa persona que eres.
Estaba oscuro, y me tomaste por detrás. ¡Entonces detestaba las sorpresas! Me arrastraste a tu auto, mientras yo intentaba escapar.
Debí golpearme en el auto -eso me pasa por remolina- porque me desperté en tu casa.
¡Qué caballeroso de tu parte, llevarme a tu casa para cuidarme!...







Entrada para Prófugos: Deja lo cuente yo

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miércoles, 15 de diciembre de 2010

Estás loca.

Día 400. 
Si mis cuentas están correctas. 
La luz dura tiempo infinito. No puedo saber con exactitud el horario. Puede que sean muchos días más. Quizá llegué ayer, apenas. No lo puedo precisar.


Hay más personas. También están perdidas. No comprenden que yo soy una persona diferente, que estoy harta, que quiero salir, que yo no pertenezco ahí. Sin embargo, ellos no se quejan. Se mueven y saben a dónde van. Todo es igual. Todos son iguales.


No hay color. No hay individualidad. No soy...


Nadie me da un arma, nadie me regala una navaja, nadie me presta una cuerda y una viga.


No me preguntan. No me responden. No me sonríen...


Y por eso les tuve que matar. A todos los que pude. 


Y ahora estoy aquí. Encerrado de nuevo. Esta vez, en soledad. Ahora, no soy igual. 


Soy el número asesino.


Al que jamás olvidarán.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Long white story.

Tus manos eran de seda, sus labios de café.
Tus palabras me llevaban al amor de tus películas. Sus caricias me transportaban al paraíso.


Mi paraíso.


No había lágrimas, las había olvidado. 
Había olvidado a la realidad. No había sol ni luna en mis días.  
Dos roces eran mi separación de tiempo. 


Me había llevado hasta el final.


Dejé de existir, para verme solo en dos pares de ojos. 
Sus pestañas se convirtieron en mi propia cárcel.
Me delataba mi propia falta de ser.
Mi sospechosa falta de palabras.
Mis grandes errores.


Cuando los dos ojos dejaron de verme a mi, para verse entre ellos, caí al abismo.


Era blanco.
Estaba de pie en un lugar tempestuoso. Blanco. El blanco me atacaba. ¿Quería acariciarme?
El blanco -la nada- me atravesaba como pequeñas navajas invisibles. Atravesaban mi piel, entraban en mi y salían. Cortaban mi alma.


Solo estaba allí. Herida sin sangrar. Sola.


Así es el vacío. La soledad. La traición.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

All it wanted.

Deseaba con tanto fervor estar con ella, la soñaba en las noches, y despertaba sintiendo sus dedos por las mañanas. Si fuera por lo días, lo único en que podía pensar era en ella, y en lo tanto que podía amarla de regreso a ella también. 
Por las noches, volvían a soñar en pasión y se deseaban así, como solo se puede  experimentar. 
La deseaba tanto, que un día, en su ensoñación de amor, tomó una navaja delgada, y la hizo bailar por toda su carne. 
La sangre tibia que corría por sus extremidades solo ayudaba a que su emoción creciera, al sentir más fuerte esas manos que la recorrían. 
Abandonar el mundo que conocía no le pudo caer mejor. Se pudieron tocar juntas, por fin. Tibias (apenas) y blancas manos sobre un cuerpo falto de piel y de sangre y de carne y de la vida misma. Manos de marfil, sin piel, sin nada, acariciando cabellos finos de canela. 
Se amaron cuanto pudieron. 
Se amaron en muerte, por que era ella misma quien tenía la necesidad de amar.


La muerte.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Confesiones de poca monta.

Son muchas las cosas nuevas que he adorado últimamente.


Primero, entrar a clases de idiomas fue la mejor decisión que he tomado en mi vida. Abundan las personas que creen que conocen todo después de sufrir un poco, pero no tienen visión de los problemas que no caben en sus manos. Y tampoco caben en su cabeza. Pero ahora sé que hay esperanza en el mundo.


El siguiente, es Rebelarse Vende. Pensé que era un libro normal y corriente, que yo sabía todo ese tipo de cosas. Pero (maldito es el momento en que Joel decidió recomendarlo) ahora me volví más escéptica aún, si es que eso es posible. Ahora, para mi, todos están vendidos y los odio por ello. Bola de idiotas.
Lo peor es que me paso las noches pensando en lo predecible que soy, en que me he vendido al sistema, de que el sistema se aprovecha de mi, de que soy una víctima, y de todas esas locuras... Con razón me cuesta dormir.


Lo otro es la elección estúpida que me están obligando a tomar. Me doy cuenta de que me sirve para nada. Y como ya está muy trillado, le dejamos el tema ahí.


El último, es del concepto de soledad mio personal, ajá. Me di cuenta de que soy rarita peculiar. Mis recuerdos de lugares, no tienen personas. ¿qué puedo decir? Me impresionan más las cosas, no es mi culpa. Es de mis padres (ja).


Yo creo que por eso me gusta mirar al vacío. 


Voy a ir a delirar a otro lado. 



viernes, 26 de noviembre de 2010

A story, all I can give, from me to you.

Si me mirasen ahora... sentada en la cama, esperándote. Sin pensar en nada más, sin buscar nada más que no seas tú. 


¿Qué estamos haciendo? ¿Por qué hacemos esto?...
¿Recuerdas cuando estábamos juntos, que nos tomábamos de la mano, que  nos besábamos cuando nos entraban ganas, que nos decían la pareja perfecta que formábamos? Ya no son los mismos tiempos...


Sé que ya no podemos amarnos en la luz. Y comprendo bien.


¿Pero ya miras lo que soy ahora?


Siempre espero a que caiga la noche, para que llegues tú. Para poder sentir tus manos y tu piel y tus dedos y tu todo, todo tú. Aquí me tienes, sentada, queriendo más a la luna que a nada, porque con la luna viene tu amor, porque tu sombra, sólo me la puedes quitar en la oscuridad.


Si te contara todas las veces que he pensado en dejar esta forma de vida... esta vida en la que ya no puedo ver el brillo de tus ojos, esta vida donde solo amo en la oscuridad...


Así que estoy aquí, sentada, haciendo lo único que sé hacer:


Amarte. Y esperarte.



miércoles, 24 de noviembre de 2010

Into a bolt of blue.

Todos piensan demasiadas cosas.
Todos tenemos el momento en que demasiadas cosas pasan por la cabeza. 
(Aunque a veces creo que me leen la mente, sé que es el lugar más seguro)
Y, al menos a mi, de tantas cosas que tengo dentro la cabeza, pasa que cada cosa me recuerda a otra, y esa a otra y esa a otra... Demasiado.


Pero tengo una solución. Oh, sí, y hasta la patentaré. Se originó del gran Sherlock Holmes, de S.A.C.D.


Él dijo a Watson que haría lo posible por olvidar cierto dato, pues no  le servía para nada.


Desgraciadamente, yo tengo muchas cosas valiosas, así que haré esto:


Primero, compraré unas 8 libretas. Baratas.
Luego, escribiré todo lo importante que tengo en la cabeza allí. Desde que nací, como ese recuerdo de barandales y vestidos blancos con lunares azules. Todo.


Después, guardaré esas libretas y tendré un accidente. Será tan fuerte el accidente (en el que espero no morir, porque me amo demasiado), que mi cabeza olvidará todo. TODO. 


Poof, cuenta nueva. Una mente para guardar solo lo que me importa y lo demás que quiero saber.


Así que hago una invitación a todos los que me caen bien, les doy el permiso de darme en la cabeza con un bat (una sola vez... avorazados). 
Prefiero que no me avisen, la sorpresa es... decente. O mínimo griten algo genial antes de hacerlo.


Pero esperen a mi señal... aún no comienzo con mis memorias.


Gracias por la atención.


Atte. La adolorida Alice.












PD. Feliz cumpleaños, Dark Angel.


PD2. Necesito audífonos antes de perder la cabeza. Literalmente.

domingo, 21 de noviembre de 2010

La peor noche que más miedo.


Como tengo que hacer tarea, y estoy escuchando historias de fantasmas... les voy a contar una de las noches que más miedo me han dado (la otra, ya se las conté).



Tenía muy poca edad, hace unos 10 años, yo creo. Era joven pero ya no era crédula.


Solía pasar algunas vacaciones en un rancho en el norte del país, donde abundan los sombreros y las historias de Villa. 


Esas vacaciones, cuando llegamos, el clima estaba de rezongón. El viento no estaba helado, apenas frío, pero soplaba como si le debiésemos la vida y algo más. Soplaba tan fuerte, que sentía que mi peso no lo soportaría y me llevaría con él. Soplaba tan fuerte, que cuando empezábamos a jugar a La Casita (tradición entre las primas grandes y chicas), el viento y sus hijos los remolinos nos robaban los centros de mesa con florecitas que estaban en la mesa, y la mesa misma también. Hacía tanto viento, que prefería mirar como robaba cada una de las hojas de los árboles y se las llevaba envueltas en la tierra y el polvo. Miraba por las ventanas de los cuartos, por las ventanas de la cocina y por alguna de las tres puertas que tenía la casa (construída al estilo menonita, seguro mi abuela era menona y nunca nos lo dijo). 


El rancho siempre se me hizo un lugar café, porque más que plantas, había mucho polvo y mucha tierra y los árboles (nogales) casi siempre estaban secos o llenos de tierra; las casas eran de adobe o de block gris. Y a mi, todo se me hacía café. Café polvo. 


Prefería estar dentro porque, después del fiasco de la casita, me di cuenta de que detesto que el polvo me caiga en los ojitos (ja, ojotes). 


Sin embargo, nada se comparaba con subirse al caballo. Era muy pequeña, así que necesitaba ayuda para subir y para bajar, y no debía montar sola (aunque varias veces lo hice, aunque mi padre tuviese que guiarme el caballo, porque siempre fui pequeña y tenían miedo de que cayera). Mi prima subió conmigo, detrás. Y el viento también me quitó eso, porque el viento, ese exacto día, sopló más fuerte que nunca y los árboles gritaron. Los árboles, sintiéndose desgarrados sin sus hojas, lloraban y gritaban al viento que les regresara lo que era suyo. Eran lamentos de la naturaleza, y me rompían el alma.


Y también el alma del caballo, quien, asustado, huyó despavoridamente a la nada, pues no se puede huir de la agonía (mucho menos de la de alguien más). Sin embargo, mi prima, detrás, casi cae. Así que demandé que me bajaran de ahí (porque era difícil bajar sola, ya que siempre fui pequeña) y huí a la casa de mi abuela (que ahora pertenece a nadie). 


Pasé el resto de la tarde mirando la soledad. No tienen idea de la soledad de ese lugar.
El viento me alborotaba el cabello, como queriéndo quitármelo también. Soledad. 


Sin embargo, la noche fue lo peor.
Las noches en ese lugar, no son oscuras. Son una negrura tan blanca, que no puedes ver ni tus propios dedos. Se convierte en un hoyo negro. Se convierte en una nada.
Y fue cuando el el viento se peleó con todos nosotros. Gritó con los árboles, con la tierra, con las paredes y con el techo. Creo que quería arracarnos la cabeza. Quería sangre y venganza. Y las ramas de los árboles nos rogaban a través de las ventanas que nos dejasen entrar. Nos rogaban con sus ramas cubiertas de sangre, porque no querían morir. No querían que el viento los matase. Y yo no podía dormir. ¿Quién iba a dormir con semejantes batallas allá afuera? ¿Quién iba a dormir escuchando esta agonía?


No hay peor agonía que la de la naturaleza. Rasga el corazón desde adentro.


Yo imaginaba a mi abuela despierta, pensándo en como ayudar al viento y a los árboles, y terminar esta guerra con su infinita sabiduría que se guardó para si misma y nadie más.


La siguiente mañana, todos despertaron como si nada. Yo estaba muy triste, pero nadie parecía reparar la guerra de la noche anterior. Creí que fue una guerra secreta y que nadie debía hablar sobre ella.


Pero los tiempos me fueron muy tristes.


El viento ya no soplaba tanto, y el frío comenzó a llegar. Ya no tenía miedo de que una vibora (de viento) nos llevase con todo y casa. 


Así que me callé. Pero jamás lo olvidé. Quizá... quizá el viento logró obtener lo que quiso.
Pero yo le sigo teniendo miedo.





martes, 16 de noviembre de 2010

Non existent.

I loathe dark nights.
They make me remind how far you are.
Lights are extinguished. 
But shadows are following me.
They come out of nowhere.
They like playing around me.
These noises in the bushes scare me bad.
They make my heart jump.
They make me jump. 
Walking becomes running, 
as my steps create an echo in the night.
Then, light. 
Careful.
Light goes it's passing way. 
Darkness comes again, slower.
Lamps go out, one by one.
I'm all alone.
I'm all alone, and I know.
But I don't feel it.
'Cause the world is alive around me.
And the bushes move.
And the shadows move.
And the darkness moves.
And I move. I run.



domingo, 14 de noviembre de 2010

Una allizzia maternal.

Como podrán darse cuenta, este año he intentado crear diferentes tipos de textos, diferentes a los que yo siempre hago. Primero, entré al mundo de los guiones para teatro y luego a los guiones cinematográficos. Es difícil, sí. Pero quiero aprender y siempre estoy dispuesto a hacerlo.


Desde hace un par de semanas tomé la importante decisión de incursionar en el mundo de los libros para niños.
La idea me vino desde que leí unos cuentos, y dije: "Allizzia, esto es muy interesante. Estás rodeada por cuentos para niños. Películas, dibujos animados, cuentos cuentos cuentos. ¿Por qué no intentas ir para ese lado?"


Y así es como estoy preparándome para crear cuentos para niños. Hasta que llegó a mi cabeza un inconveniente...




NO ME GUSTAN LOS NIÑOS.


That's right, I hate those little basterds. Sus manitas pegajosas, sus cabellos engomados, sus voces agudas (detesto las voces agudas de los niños), tener que corretearlos, cuando quieren algo son tan testarudos...


Huh, las últimas descripciones entablan con Kabán. Bueno, corretearlo a él es divertido. Y su testarudez logra cosas increíbles, como leer el Quijote. En fin...


Algunas personas comenzarán a notar que me pongo más maternal. Mi paciencia aumentó (imperceptiblemente) y mi voz a veces es cariñosa. Más de la mitad de las razones, son las hormonas, yep, those bitches. 


Sin embargo, también es para investigación de campo (¿Notan lo dedicada que soy a mis materias?).


Ahora pongo atención a lo que me dicen los niños (la mitad de las veces, no puedo ser tan paciente), los observo con atención, rento películas para niños, entro a las jugueteras, y, por supuesto, miro libros para niños. 


Esto es lo que he averiguado hasta el momento. A los niños les gusta:


- El color rosa (en el caso de las féminas y un par de niños perdidos).
- Los azúcares con colores (como las gomitas y las paletitas).
- La familia (y sus núcleos definidos según la malvada sociedad católica).
- Los bebés rosaditos. También aplica para el resto de las edades.
- Los juegos deportivos.
- Las voces chistosas.
- Los inferiores (les hace sentir bien... pinches niños).
- Los muñecos.
- La violencia menor.
- Los animalitos
- Los carritos (y en su defecto, tractoritos).
- La televisión.
- La comida chatarra con mucha sal.


Es una mala investigación, lo admito. Pero voy, al menos. 


Ayer fui a la juguetería, y vi unos juguetes sumamente tiernos. Eran animalitos antropomorfizados. ¿No es eso tierno?
También me di cuenta de que estoy vieja, pues mis adoradas polipockets como yo las conocí, ya no existen. Niños estúpidos que se comían sus monitos, yo creo. Mocosos del demonio...
También me fijé que las genialidades MiAlegría, no son populares. A nadie le interesa la ciencia. Casi.


Divago.


Recordé mi primer cuento: la sirenita. Cuando no sabía leer, miraba los dibujos (que eran bellos, ellos) y me preguntaba de qué sería la historia (ya que no se asemejaba para nada a lo de disney). Cuando aprendí a leer, un par de años después, corrí a leer el libro. Tardé un poco, pero terminé.
Creo que ese día terminó mi infancia. Comprendí que siempre me habían mentido. Siempre. Explica un par de cosas, también.




Después de todo esto, tengo una conclusión: para un cuento de niños, necesito imágenes.


Quizá convenza a alguna futura diseñadora para que me eche la mano.


Si tan solo supiese dibujar...




Bueno, ahora ya saben por qué escribo menos.
Si quieren saber más de mi, ya saben que cada martes publico en Prófugos. Sin falta. 


Eso es todo. Si tienen recomendaciones para historias de niños, favor de comentar.


PD. Sí, ya me puse a hacer historias con mi prima. Me divertí mucho.
PD2. En la juguetería hallé un Taylor Lautner en barbie. No traía camisa. Rogué a mi hermana que me lo comprase. No quiso.
PD3. También aiba un Edward. Era feo. 
PD4. He decidido tener hijos solo para comprarles esos juguetitos tan lindos. Yo jugaré más con ellos que los niños.
PD5. Huy, haré un cuentito con gatitos. Adoro los gatos. 

martes, 9 de noviembre de 2010

Your lips to my eyes.

- Podrías despedirte de tu hijo. Está llorando.


- No es lo correcto.


- Despídete de mi, al menos. Yo te he querido todo este tiempo, y me dejas así nada más. Me merezco una despedida decente.


- Sí. Te lo mereces. Lo siento.


- Te estoy pidiendo un mísero adiós. Voltea a vernos, a los que nos dejas. Voltea a ver por última vez al hogar que dejes.


- Pero no quiero que sea una despedida... No me gustan las despedidas. 


- ¿Eso es suficiente para dejarnos?


- Volveré.


- Tus promesas han dejado de importarme. Así que igual quiero que te despidas, sino de mi, de tu hijo. 


- Si vuelvo a adentro, no volveré a salir.


- No te prohíbo salir. Puedes irte cuando quieras. Pero no puedes dejarnos así.


- Debo hacerlo. 


- Si decides volver, tu hijo ya no te reconocerá. Tu hijo no será tuyo, ya. Quédate por él. Escúchalo llorar. Está gritando por ti.


- Grita porque es un bebé. Llora porque es un crío. Tápalo y dale de comer. Se callará.


- Callará su boca, pero su alma seguirá gritando por ti.


- Deja de hablarme de él. Enséñale a amar, y no me necesitará jamás. 


- Entonces no volverás.


- Sí. Regresaré.


- No te creo. Despídete de mi, al menos, ¿no puedo tener un último beso?


El viento pasó por entre las palmeras, levantando la arena que acarició con mayor furia a aquellos labios recién abandonados. Las olas seguían con su violento vaivén, escupiendo soledad. El llanto de un niño seguía tiñendo el fondo salado del aire de mar.

jueves, 4 de noviembre de 2010

Tengo unas ganas increíbles de contarles lo que voy a hacer mañana.

Pero tengo un tremendo sueño. Ya saben, cansada, se la quiero rayar a todos. 


Además, algunos de ustedes ya lo saben. 


Pero mejor dejo que alguien más chidoguan buena onda se los diga por mi.


Con ustedes EL ninja peruano


Sale pues, deséenme un chingo de suerte, mándenme buenas vibras, recuérdenle al karma que los quiero a todos, rueguen por mi... o lo que sea que ustedes crean.



lunes, 1 de noviembre de 2010

Creando epitafios.

Verán ustedes que triste historia la mía. 
Tengo yo diez y siete años. Sin embargo, siete años tenía yo cuando fui encerrada en estas cuatro bardas de piedra. A mi tierna edad, fui educada en las más bellas artes del amor a nuestra señora Santa María. No creo que he vivido feliz, ni que soy feliz en este momento; pero sé que alcanzaré la gracia algún día, cuando muera y suba al paraíso. 
Sin embargo, ahora, me dedico a socorrer a los enfermos y rezar por ellos. Ha azotado una terrible enfermedad en mi pueblo, y cada día llegan más enfermos al convento. No hay forma de curar eso que llaman "lepra". Los leprosos duran años encerrados en el hospital del convento, pues nadie quiere recibirlos en casa y nadie quiere venir a acompañarlos por miedo al contagio. Yo sé que Dios está con ellos, y que nos los ha dejado. 
Sin embargo, sé que me contagiaré si sigo allí.
Sí. Me contagiaré. Y terminarán por encerrarme, sola en una celda. No habrá luz ahí dentro. No les importará. Estaré ciega y deforme. Sin verlo, lo sentiré venir a mi. Vendrá con toda su fuerza y me poseerá. Entrará a mi, y estará conmigo y me usará. Y yo lo sentiré tan grande como es, y dentro de mi. Me hará sentir un fuego y una luz por dentro, que no podrá ser comparada con nada más que con su grandeza. 


Así moriré, sola y deforme. Pero no se preocupen. Así es como son los designios de Dios.


















PD. Meh, al menos no me tocó algo más ojete. Hasta tiene historia decente. 
PD2. ¿Ya buscaron la historia de los santos de sus nombres? 
PD3. K si que la tiene ojete. Va a morir en un madero.
PD4. Come de mi, come de mi carne... 
PD5. Callin' all the stars to fall.
PD6. Tengo sueño.
PD7. Oh, sí. Feliz día de muertos: ¿Ya vieron la travesura que les preparé?

domingo, 31 de octubre de 2010

Fragile. Put on water.

- No te vayas aún.- Susurró en su oído. Pero ella había terminado hacía mucho tiempo. Estaba recostada con los ojos abiertos, sus labios inflamados, su piel desnuda. Sin embargo, ya no estaba allí. La besó de nuevo, y de nuevo y de nuevo. 


Desistió y prendió un nuevo cigarro. El espejo con las lineas estaba demasiado lejos. Pensó en  su vida. En la vida, en general. El humo subía hasta el techo, y regresaba. Su embriagante perfume inundaba hasta el último rincón de la mente de él. Es tan fácil volar, pensó. Voló en ese momento a su casa. Donde fue un niño en el que nunca pensó nadie. Y el niño nunca pensó nada. Se pasó horas junto a él mismo, mirando al cielo, dos veces. En el pasado y en el presente. Ninguna nube pasó sobre ellos ni junto a ellos. 
Si se quedó dormido, nunca supo. Pidió otro beso, pero ella seguía mirando el infinito. La volvió a besar, pero ella nunca regresó.


Tomó su ropa y se fue del lugar. Nunca volvió. 

viernes, 29 de octubre de 2010

No sé por qué de pronto lloro sin explicación.

De nuevo.


Debería comenzar a acoplarme a esto. 


El viento sopla con felicidad. De mis pestañas, solo se lleva el polvo.


Los remolinos son cosas curiosas: a veces, se llevan lo que más necesitas; otras veces, te traen algo nuevo. Desgraciadamente, lo único que hacen conmigo es moverme las cosas y dejarlas todas desordenadas.


En mi cabeza, nada es lo que debería ser. En mi vida, parece que lo es. En el resto, yo ya no sé. Porque todos me dicen que sí, y mi alma (el hoyo negro frío y retorcido que algunos de ustedes ya han reconocido) dice que no.
Las estadísticas demuestran que estoy equivocada.
La experiencia muestra que estoy en lo correcto.


¿Cómo conecto este aparato?


Ellas tienen demasiada fe en algo que es sabido nunca sale como se planea.


Siempre hay una bolsa de marihuana involucrada.


O un bebé descalabrado. Either.


No me puedo decidir. Mis ojos miran al cielo, pero mi corazón mira hacia dentro. 


No tengo hambre. Mi panza vibra. 


Papeles en mi cara. El viento sigue. Vuelvo al presente. No tienes las manos vacías, tienes un montón de tiras de papel. Al soltarlas, puedo verlas en su vano intento de huir. Ojalá huyeran. Pero me he asegurado de que no. Ellas son las únicas cosas que puedo retener.






Ojalá pudiese detenerte a ti.














28OCT

jueves, 28 de octubre de 2010

HOY

me preguntaba qué contestaría si me preguntaran (aunque no exactamente... no sabría explicarlo, ustedes no viven en mi cabeza) quién soy.


No sé. Sería la respuesta. No tengo idea.


Lo peor es que me encanta mi falta de identidad. Es emocionante.


Y atemorizante, a la vez.


Verás: has podido hacer con él lo que quieras.




Es plastilina. Y te la presto. 






¿Quieres jugar conmigo? Ven.


Jala una silla. Siéntate a un lado, aquí. Mira las plantas, como reaniman la vista alrededor...

miércoles, 27 de octubre de 2010

Sometimes, life completely sucks.

Miren, la vida no me está tratando muy bien últimamente.


Primero, y como ustedes ya se habrán dado cuenta, tengo un bloqueo de escritor masivo. Yo le llamo Colin. 


Bien, Colin no me deja escribir, quizá sea la época y en cuanto empiece el invierno ¡pum paz! que Colin hace sus maletas y dice adiós con amargura en su boca que nunca sonríe. 


Luego, aparte de estar inexplicablemente cansada; el tiempo de frío se acerca. Cualquiera sabe que el calor me pone de mal humor y que el frío es una de mis cosas favoritas. Oh, si. No hay nada mejor que el invierno... quizá los waffles...


Oh, hablando de Waffles, regreso a mi tema principal. Terminando la idea anterior, mi termostato se rompió y cuando hace calor me da MUCHO calor y viceversa: cuando hace frío me da MUCHO frío.


En fin. Lo único que me quedaba eran esos placeres extraños como joder a Kabán, quejarme en este lugar, repartir albures al por mayor, meter la mano en un saco de granos (ja), leer cosas sencillas, molestar a los demás con la ortografía (mientras la mía es abandonada con sus errores) y decir referencias a lo idiota (oh, si; con N. durante clase con películas de terror).


Entonces, ayer, acompañé a mi hermana con una amiga de ella.


Su amiga tiene dos (bellos) hijos, un perro y un gato.


Oh, boy, ¡un gato!


Los adoro.


Se tiran, quieren que los acaricies, y cuando ya no les haces caso, huyen. Oh, dearies...


Además, adoro sus ojos. Damn, adoro los gatos.


Después de intentar (vanamente) atrapar al gato, el pequeño fue y saltó a los brazos de su dueña. Yo salté en mi lugar gritando "¡Yo lo quiero, yo lo quiero!"


Lo acomodé en mi piernas y lo acaricié y lo acaricié y lo acari-¡ACHÚ!


Mis narinas tenían corrientes de líquido, la respiración se me dificultó, la garganta me empezó a picar...






Oh damn...




¡DIOS DE DIOSES ¿POR QUÉ ME HACES ESTO?!








Creo que soy alérgica a los gatos...












Y el mundo me odia....












¿Por qué vivir? Sino puedo vivir solterona, espantando a los niños y con 4 gatos... 


















Ok, alguien consígame un gato hipoalergénico.








PD. ¡Con C y Z! 
PD2. Demonios... me hace falta visitar una de las mejores cosas de octubre-noviembre.
PD3. El gatito se llamaba Waffles... Ahora todo tiene sentido, ¿verdad?
PD4. No, ya se me acabaron las ideas. Meh.