domingo, 28 de febrero de 2016

No es amor

Vivo hecha de anhelos. Ya tengo el plano en mi mente.

Vamos a vernos a los ojos como si fueran bocas que comen carne después no haber probado bocado en meses, y luego juntaremos nuestros labios con la mismo violencia. Tus manos sostendrán mi cabeza con ternura, la ternura que te caracteriza, que siempre tienes cuando me abrazas; y te abrazaré por cintura con uno de mis brazos, con el otro acercaré tu cuello para sentir que la sangre se te agolpa en el cerebro.

No nos separaremos en un rato.

Cuando logremos estar solos, no te vas a tardar en buscarme los senos. Mis tetas, donde tus caricias no serán tiernas, nunca lo son, te empeñar en quitarme el sostén nada más. No tendré tiempo de pedirte nada, en un momento tendrás el condón en la mano, en otro estarás dentro de mí, y no nos habremos dado cuenta cuándo terminamos por descubrirnos las pieles. Lo sabré porque sentiré tu mano en mi sexo, y luego tu otra mano en mi espalda: eres tú doblándome por la mitad para tener mejor acceso a mí. Sólo me queda esperar estar lista para ti, o moderme el dolor (nunca dura más de dos o tres de tus embates). 

Si aún no te vienes, y decides cambiar de posición, terminaremos de desnudarnos y te pediré que te sientes, para poder estar sobre ti, abrazarte, verte a los ojos. Quizá te guíe la boca hacia mis senos. Extraño sentir mi pecho contra el tuyo, sentir mis brazos fundiéndose en tu espalda. Ojalá sigamos así, un largo rato, pero eventualmente te cansarás de nuestros pesos y terminarás en tu espalda. Ojalá nos vengamos así.

No te quiero dejar descansar mucho. Querré acariciarte todo, sentirte, también guiaré tus manos por mi cuerpo. Nos miraremos con paz en los ojos y nos besaremos de rato a rato. Te besaré el cuello, y el pecho, y justo encima de tu ombligo. También planeo morderte, mucho. 

Te preguntaré si extrañaste mi boca. Ya sé la respuesta, es para poder guiar mi lengua tu sexo. Trataré de hacerte muy feliz. Espero que enredes tu mano en mi cabello, como me gusta, que me sostengas del cuello. 

Cuando decidas que tuviste suficiente me vas a besar, porque siempre lo haces. Te gustan mis labios húmedos. Espero que luego quieras besarme también, pero mucho más abajo.
Cuando me venga un par de veces te detendré. Te pediré que me penetres.

Ahora guiaré tus manos hacia mis nalgas. Siempre dices que te gustan mucho. Espero que me pegues, sabes que me gusta cuando lo haces.

¿Sabes que siempre espero que me beses el cuello cuando terminas? Sí, esos besos los recuerdo cada momento de mi vida. Desearé que me vuelvas a plantar uno cuando termines. Y nos abracemos. Y se nos olvide la vida.




domingo, 21 de febrero de 2016

Desconsuelo

No quisiera aparecer así en tu imaginación. 

Si hay algo que me gusta, es hacer feliz a la gente. Hacerte feliz a ti, porque no hay nada mejor que escucharte reir con ganas, que verte sonreir a pesar de ti mismo. Yo sé que tú y yo lo mejor que sabemos es fingir una sonrisa pero me gusta cuando lo haces de verdad. Porque así nos siento reales, desnudos, incluso cuando ya estamos desnudos. 

Por eso me lamento mucho haberte hecho ver mi expresión de saber que probablemente no nos volvamos a ver. Perdón. Yo quería fingir que todo estaba bien, lo mismo que hacías tú. 

Sí, desolación. Desconsuelo. El estremecimiento de quererte con toda mi alma y no poder ser correcta para el otro. La pena, la desgracia, el sentir que se me sale el corazón para poder irse contigo. 

Pero mientras nos amamos, así, de lejos, oníricamente, piénsame feliz, no te acuerdes de lo triste que estoy. No te acuerdes de cuánto nos extrañamos. Finge que nunca tuve ese desconsuelo de no tenerte.