No suelo ser una persona nerviosa. Los hábitos que tenía eran eso, hábitos; nunca antes había hecho algo por nervios. Si me mordía las uñas o me toqueteaba el cabello... siempre por mero aburrimiento.
No, los nervios vinieron después, ahora que menos los necesito. Me muerdo los dedos, me jalo las falanges, me toco la cara y principalmente no me puedo concentrar. No es lo que hago sino lo que siento, ese pequeño sentimiento que se forma en el fondo de uno mismo y va creaciendo, como si abrazara todos los órganos y los llenara de humo verde. Es un sentimiento de terror, de incertidumbre, de miedo, de inquietud. De nervios.
Pero lo peor es que el sentimiento me da en los peores momentos, cuando estoy leyendo, cuando necesito leer. La tarea no se puede completar así.
Y sí, a veces, escribir funciona.
Pero los textos tienen saltos, huecos, no funcionan. No se hace nada de esta manera.
1 comentario:
Humo verde, ja. Así se siente, verde.
Luego nos sentamos a intercambiar medicamentos.
"Pero los textos tienen saltos, huecos, no funcionan."
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