domingo, 12 de diciembre de 2010

Long white story.

Tus manos eran de seda, sus labios de café.
Tus palabras me llevaban al amor de tus películas. Sus caricias me transportaban al paraíso.


Mi paraíso.


No había lágrimas, las había olvidado. 
Había olvidado a la realidad. No había sol ni luna en mis días.  
Dos roces eran mi separación de tiempo. 


Me había llevado hasta el final.


Dejé de existir, para verme solo en dos pares de ojos. 
Sus pestañas se convirtieron en mi propia cárcel.
Me delataba mi propia falta de ser.
Mi sospechosa falta de palabras.
Mis grandes errores.


Cuando los dos ojos dejaron de verme a mi, para verse entre ellos, caí al abismo.


Era blanco.
Estaba de pie en un lugar tempestuoso. Blanco. El blanco me atacaba. ¿Quería acariciarme?
El blanco -la nada- me atravesaba como pequeñas navajas invisibles. Atravesaban mi piel, entraban en mi y salían. Cortaban mi alma.


Solo estaba allí. Herida sin sangrar. Sola.


Así es el vacío. La soledad. La traición.

6 comentarios:

Vain¡lla dijo...

Me hiciste recordar una canción que va:

"And my heart did time on Siberia, was waiting for the lie to come true..."

Solero dijo...

me encanto de labios de cafe...

Alicia L. dijo...

Eso fue rápido. Y supongo que gracias, damas.

Frédéric dijo...

Y por eso no me gusta el blanco...

Me gustó cuando especificaste: El blanco -la nada- me atravesaba...

Me pareció un indirecta para mi jajaja.

"El blanco, o sea la nada, Kabán, pa' que me entiendas"

ya pues, divago.

Alicia L. dijo...

You're so lame, you really think this song is about you, don't you? Don't you?


OK, no pude evitar recordar esa canción.

Pero no, especifiqué porque así lo requería.

Frédéric dijo...

¿Vez? y sigues aventándome indirectas bien directas.

Yo no me llevo así contigo.