domingo, 5 de octubre de 2025

Querido Al

 Seguro fue el destino el que nos dio el nombre. El destino, ese que se ríe de nosotros. De mí. Escribo porque no te puedo escribir... ¿qué te digo? Te saludo y me muero de ganas de decirte de nuevo que te quiero. Me obligaste a quererte en un par de noches y luego te fuiste. Ya sé que estaba advertida, y yo misma te advertí, pero insististe... y decidimos querernos, como estúpidos. Somos unos estúpidos. Tú de la cabeza, yo del corazón, por lastimado.

¿Cómo está Francia, cómo está China? ¿Cómo están los hijos que no vamos a tener? Hasta mi útero dejaste confundido.

Te quiero. ¿Qué hago con este hueco que me dejaste? Te llevaste mi salud, mis conversaciones, mis ganas de salir, mis charlas, hasta mis remolinos rosas. Es más, te llevaste a Andrea, porque ahora no sé cómo verla a la cara, porque estoy segura que en mis ojos ya puede ver los sueños que tengo de besarla, de quererla bien, de hacer una familia...

Me faltas. Eres lo mejor/peor que me ha pasado y aun así me haces falta con todas tus red flags: tus tres hijos, tus genes chuequísimos, tu arte, tu pincel, sus faldas, tu casa sin puertas, tus cigarros, tus sesiones fotográficas de medianoche a 25 pesos, tus 35 amantes, tus mentiras, tu cantina, tu machismo, tus faltas de respeto, tu sexo a pelo, el arma que siempre tenías en la mesa.

Estoy asustada porque me duele. ¿Eres tú, o es Rochester? ¿Se me juntaron los dolores? ¿Habrá cura? Sé que sientes más o menos el mismo dolor que yo, pero me da un coraje saber que tú te fuiste con ella y te ama, que estás entre sus piernas, que tú no estás solo y yo sí. A veces hasta me imagino que yo también soy su amante, que los tres nos convertimos en una unidad y vivimos juntos en ese otro lado del mundo. A veces pienso que lo hiciste a propósito porque te dije que me habían llamado para estar con otra pareja, y te sacaste el mito de la monogamia de la manga, cosa que ni tú mismo te creíste... pero yo sí. Me pareció enternecedor por un segundo, porque 10 años de relación abierta fue demasiado para mí, supongo.

Y al final sí sé, que el verdadero problema que tengo es que Rochester tiró todos mis esfuerzos de una década por el caño. Te extraño porque fue fácil querernos, no como yo con él. Te extraño porque no eras él... pero sí lo eras, es más, eras peor. Te extraño porque sin ti, Rochester está aquí como este grano en mi nuca: doloroso, presente, haciéndome sentir infectada y vulnerable. 

¿Estás contento con lo que hiciste conmigo? En un mes, me pegaste como figurita de porcelana (con el kolaloka que me prestaste) pero toda chueca, luego me dejaste a la intemperie. Vulnerable, triste, confundida... ¿Qué hago con la falta que me haces?

Gracias por nada Al. Vuelve y llévame contigo.

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