jueves, 27 de mayo de 2010

De supersticiones y mamonadas de esas.

Hola, muy buenas tardes tengan todos ustedes. Hoy vamos a hablar del diablo. Sí, de ese tipo rojo. ¿Por qué? Por que tengo dos exámenes importantes mañana (y de los que por cierto no sé ni madres) y necesito una excusa para reprobar no estudiar.

Verán, yo no soy supersticiosa, pero ya sabes, me gustan los estereotipos y los "clichés" y mamadas de ese tipo y me encanta sacarle la vuelta a la escalera cuando puedo y aventar un poco de sal por mi hombro izquierdo (ese es mi preferido por que lanzar sal por sobre hombro izquierdo es de buena suerte, sin embargo, derramar sal -en general- es de mala suerte).

En fin, la razón por la cual escribo esto es por que estoy escuchando el podcast 13 de Olallo Rubio de la tercera temporada. Si, y justamente en el trozo donde escuchan a "Satanás" (ja, eso también me da mucha risa) que...

¡¡¡¡¡¡¡CHAKATAPLAH!!!!!!!

Que se escucha un madrazote en mi espalda. Pero madrazote. Y mi escasa vista periférica logra captar cosas blancas volando en la cocina.

¿El problema? Ah, pues que no hay naiden más en mi casa.

La porcelana, además, ¿De dónde carajos había salido? Las tazas no las hemos sacado en días (por que, sino se han dado cuenta, hace un calor de los mil demonios y no bebemos cosas calientes) y hasta empolvadas deben estar.

Y no sé si no se hayan dado cuenta pero hace varios ayeres que no hace ni un viento pequeñito capaz de levantar una taza.

¿Un plato, un vaso? ¿Cómo? Mis pocas experiencias físicas me dejan claro que está cabrón volar un plato así como así.

Y mis estúpidos reflejos de supervivencia me hacen que, después del shock, corra a la puerta. Ajá, a la puerta. Al lado contrario. Dos metros después reaccioné en que lo que estaba haciendo era sumamente estúpido. Así que me detuve. Me regresé y me acerqué a la cocina. Lentamente. Digo, si era un animal, yo no quiero estar cerca de él.

Lo que estaba tirado definitivamente era porcelana. Pero de los platos bonitos que guardámos hasta el fondo de la repisa. ¿Qué entonces?

Los restos del trasto llegan a regar como.... bueno, todo el piso de la cocina. Varios metros. 
Era un salero. Un salero que casi nunca usamos (por que no solemos usar mucha sal). Parecía que al puto lo habían aventado con severa fuerza o que había explotado con harta potencia. 





La pregunta más importante de todo esto es...


¿Cómo chingados le echaré ahora la sal a mis tacos?

Ah los misterios de la vida.

5 comentarios:

Frédéric dijo...

¡¡Ándale!! son... "señales"...

Y luego la sal, pa' acabarla de joder.

Alicia L. dijo...

Ah, no pensé en eso. Jajaja.

Xenomorph dijo...

Fue el podcast 13... seguramente.

Pero bueno, a mi me gusta el 13 así que en tu lugar yo le hubiera echado la culpa a Apple... si, putos de Apple ¬¬

DvD dijo...

Suele pasar... espera, no. No suele pasar.
¿Qué carajos fue eso?


Saludos

El Ser Supremo dijo...

Eso si que es muuuy malo... como le pondras la sal?? menos mal no te aventaron la computadora eso si seria grave