Son muchas las cosas nuevas que he adorado últimamente.
Primero, entrar a clases de idiomas fue la mejor decisión que he tomado en mi vida. Abundan las personas que creen que conocen todo después de sufrir un poco, pero no tienen visión de los problemas que no caben en sus manos. Y tampoco caben en su cabeza. Pero ahora sé que hay esperanza en el mundo.
El siguiente, es Rebelarse Vende. Pensé que era un libro normal y corriente, que yo sabía todo ese tipo de cosas. Pero (maldito es el momento en que Joel decidió recomendarlo) ahora me volví más escéptica aún, si es que eso es posible. Ahora, para mi, todos están vendidos y los odio por ello. Bola de idiotas.
Lo peor es que me paso las noches pensando en lo predecible que soy, en que me he vendido al sistema, de que el sistema se aprovecha de mi, de que soy una víctima, y de todas esas locuras... Con razón me cuesta dormir.
Lo otro es la elección estúpida que me están obligando a tomar. Me doy cuenta de que me sirve para nada. Y como ya está muy trillado, le dejamos el tema ahí.
El último, es del concepto de soledad mio personal, ajá. Me di cuenta de que soy rarita peculiar. Mis recuerdos de lugares, no tienen personas. ¿qué puedo decir? Me impresionan más las cosas, no es mi culpa. Es de mis padres (ja).
Yo creo que por eso me gusta mirar al vacío.
Voy a ir a delirar a otro lado.
Si me mirasen ahora... sentada en la cama, esperándote. Sin pensar en nada más, sin buscar nada más que no seas tú.
¿Qué estamos haciendo? ¿Por qué hacemos esto?...
¿Recuerdas cuando estábamos juntos, que nos tomábamos de la mano, que nos besábamos cuando nos entraban ganas, que nos decían la pareja perfecta que formábamos? Ya no son los mismos tiempos...
Sé que ya no podemos amarnos en la luz. Y comprendo bien.
¿Pero ya miras lo que soy ahora?
Siempre espero a que caiga la noche, para que llegues tú. Para poder sentir tus manos y tu piel y tus dedos y tu todo, todo tú. Aquí me tienes, sentada, queriendo más a la luna que a nada, porque con la luna viene tu amor, porque tu sombra, sólo me la puedes quitar en la oscuridad.
Si te contara todas las veces que he pensado en dejar esta forma de vida... esta vida en la que ya no puedo ver el brillo de tus ojos, esta vida donde solo amo en la oscuridad...
Así que estoy aquí, sentada, haciendo lo único que sé hacer:
Amarte. Y esperarte.
Todos piensan demasiadas cosas.
Todos tenemos el momento en que demasiadas cosas pasan por la cabeza.
(Aunque a veces creo que me leen la mente, sé que es el lugar más seguro)
Y, al menos a mi, de tantas cosas que tengo dentro la cabeza, pasa que cada cosa me recuerda a otra, y esa a otra y esa a otra... Demasiado.
Pero tengo una solución. Oh, sí, y hasta la patentaré. Se originó del gran Sherlock Holmes, de S.A.C.D.
Él dijo a Watson que haría lo posible por olvidar cierto dato, pues no le servía para nada.
Desgraciadamente, yo tengo muchas cosas valiosas, así que haré esto:
Primero, compraré unas 8 libretas. Baratas.
Luego, escribiré todo lo importante que tengo en la cabeza allí. Desde que nací, como ese recuerdo de barandales y vestidos blancos con lunares azules. Todo.
Después, guardaré esas libretas y tendré un accidente. Será tan fuerte el accidente (en el que espero no morir, porque me amo demasiado), que mi cabeza olvidará todo. TODO.
Poof, cuenta nueva. Una mente para guardar solo lo que me importa y lo demás que quiero saber.
Así que hago una invitación a todos los que me caen bien, les doy el permiso de darme en la cabeza con un bat (una sola vez... avorazados).
Prefiero que no me avisen, la sorpresa es... decente. O mínimo griten algo genial antes de hacerlo.
Pero esperen a mi señal... aún no comienzo con mis memorias.
Gracias por la atención.
Atte. La adolorida Alice.
PD. Feliz cumpleaños, Dark Angel.
PD2. Necesito audífonos antes de perder la cabeza. Literalmente.
Como tengo que hacer tarea, y estoy escuchando historias de fantasmas... les voy a contar una de las noches que más miedo me han dado (la otra, ya se las conté).
Tenía muy poca edad, hace unos 10 años, yo creo. Era joven pero ya no era crédula.
Solía pasar algunas vacaciones en un rancho en el norte del país, donde abundan los sombreros y las historias de Villa.
Esas vacaciones, cuando llegamos, el clima estaba de rezongón. El viento no estaba helado, apenas frío, pero soplaba como si le debiésemos la vida y algo más. Soplaba tan fuerte, que sentía que mi peso no lo soportaría y me llevaría con él. Soplaba tan fuerte, que cuando empezábamos a jugar a La Casita (tradición entre las primas grandes y chicas), el viento y sus hijos los remolinos nos robaban los centros de mesa con florecitas que estaban en la mesa, y la mesa misma también. Hacía tanto viento, que prefería mirar como robaba cada una de las hojas de los árboles y se las llevaba envueltas en la tierra y el polvo. Miraba por las ventanas de los cuartos, por las ventanas de la cocina y por alguna de las tres puertas que tenía la casa (construída al estilo menonita, seguro mi abuela era menona y nunca nos lo dijo).
El rancho siempre se me hizo un lugar café, porque más que plantas, había mucho polvo y mucha tierra y los árboles (nogales) casi siempre estaban secos o llenos de tierra; las casas eran de adobe o de block gris. Y a mi, todo se me hacía café. Café polvo.
Prefería estar dentro porque, después del fiasco de la casita, me di cuenta de que detesto que el polvo me caiga en los ojitos (ja, ojotes).
Sin embargo, nada se comparaba con subirse al caballo. Era muy pequeña, así que necesitaba ayuda para subir y para bajar, y no debía montar sola (aunque varias veces lo hice, aunque mi padre tuviese que guiarme el caballo, porque siempre fui pequeña y tenían miedo de que cayera). Mi prima subió conmigo, detrás. Y el viento también me quitó eso, porque el viento, ese exacto día, sopló más fuerte que nunca y los árboles gritaron. Los árboles, sintiéndose desgarrados sin sus hojas, lloraban y gritaban al viento que les regresara lo que era suyo. Eran lamentos de la naturaleza, y me rompían el alma.
Y también el alma del caballo, quien, asustado, huyó despavoridamente a la nada, pues no se puede huir de la agonía (mucho menos de la de alguien más). Sin embargo, mi prima, detrás, casi cae. Así que demandé que me bajaran de ahí (porque era difícil bajar sola, ya que siempre fui pequeña) y huí a la casa de mi abuela (que ahora pertenece a nadie).
Pasé el resto de la tarde mirando la soledad. No tienen idea de la soledad de ese lugar.
El viento me alborotaba el cabello, como queriéndo quitármelo también. Soledad.
Sin embargo, la noche fue lo peor.
Las noches en ese lugar, no son oscuras. Son una negrura tan blanca, que no puedes ver ni tus propios dedos. Se convierte en un hoyo negro. Se convierte en una nada.
Y fue cuando el el viento se peleó con todos nosotros. Gritó con los árboles, con la tierra, con las paredes y con el techo. Creo que quería arracarnos la cabeza. Quería sangre y venganza. Y las ramas de los árboles nos rogaban a través de las ventanas que nos dejasen entrar. Nos rogaban con sus ramas cubiertas de sangre, porque no querían morir. No querían que el viento los matase. Y yo no podía dormir. ¿Quién iba a dormir con semejantes batallas allá afuera? ¿Quién iba a dormir escuchando esta agonía?
No hay peor agonía que la de la naturaleza. Rasga el corazón desde adentro.
Yo imaginaba a mi abuela despierta, pensándo en como ayudar al viento y a los árboles, y terminar esta guerra con su infinita sabiduría que se guardó para si misma y nadie más.
La siguiente mañana, todos despertaron como si nada. Yo estaba muy triste, pero nadie parecía reparar la guerra de la noche anterior. Creí que fue una guerra secreta y que nadie debía hablar sobre ella.
Pero los tiempos me fueron muy tristes.
El viento ya no soplaba tanto, y el frío comenzó a llegar. Ya no tenía miedo de que una vibora (de viento) nos llevase con todo y casa.
Así que me callé. Pero jamás lo olvidé. Quizá... quizá el viento logró obtener lo que quiso.
Pero yo le sigo teniendo miedo.
I loathe dark nights.
They make me remind how far you are.
Lights are extinguished.
But shadows are following me.
They come out of nowhere.
They like playing around me.
These noises in the bushes scare me bad.
They make my heart jump.
They make me jump.
Walking becomes running,
as my steps create an echo in the night.
Then, light.
Careful.
Light goes it's passing way.
Darkness comes again, slower.
Lamps go out, one by one.
I'm all alone.
I'm all alone, and I know.
But I don't feel it.
'Cause the world is alive around me.
And the bushes move.
And the shadows move.
And the darkness moves.
And I move. I run.
Como podrán darse cuenta, este año he intentado crear diferentes tipos de textos, diferentes a los que yo siempre hago. Primero, entré al mundo de los guiones para teatro y luego a los guiones cinematográficos. Es difícil, sí. Pero quiero aprender y siempre estoy dispuesto a hacerlo.
Desde hace un par de semanas tomé la importante decisión de incursionar en el mundo de los libros para niños.
La idea me vino desde que leí unos cuentos, y dije: "Allizzia, esto es muy interesante. Estás rodeada por cuentos para niños. Películas, dibujos animados, cuentos cuentos cuentos. ¿Por qué no intentas ir para ese lado?"
Y así es como estoy preparándome para crear cuentos para niños. Hasta que llegó a mi cabeza un inconveniente...
NO ME GUSTAN LOS NIÑOS.
That's right, I hate those little basterds. Sus manitas pegajosas, sus cabellos engomados, sus voces agudas (detesto las voces agudas de los niños), tener que corretearlos, cuando quieren algo son tan testarudos...
Huh, las últimas descripciones entablan con Kabán. Bueno, corretearlo a él es divertido. Y su testarudez logra cosas increíbles, como leer el Quijote. En fin...
Algunas personas comenzarán a notar que me pongo más maternal. Mi paciencia aumentó (imperceptiblemente) y mi voz a veces es cariñosa. Más de la mitad de las razones, son las hormonas, yep, those bitches.
Sin embargo, también es para investigación de campo (¿Notan lo dedicada que soy a mis materias?).
Ahora pongo atención a lo que me dicen los niños (la mitad de las veces, no puedo ser tan paciente), los observo con atención, rento películas para niños, entro a las jugueteras, y, por supuesto, miro libros para niños.
Esto es lo que he averiguado hasta el momento. A los niños les gusta:
- El color rosa (en el caso de las féminas y un par de niños perdidos).
- Los azúcares con colores (como las gomitas y las paletitas).
- La familia (y sus núcleos definidos según la malvada sociedad católica).
- Los bebés rosaditos. También aplica para el resto de las edades.
- Los juegos deportivos.
- Las voces chistosas.
- Los inferiores (les hace sentir bien... pinches niños).
- Los muñecos.
- La violencia menor.
- Los animalitos
- Los carritos (y en su defecto, tractoritos).
- La televisión.
- La comida chatarra con mucha sal.
Es una mala investigación, lo admito. Pero voy, al menos.
Ayer fui a la juguetería, y vi unos juguetes sumamente tiernos. Eran animalitos antropomorfizados. ¿No es eso tierno?
También me di cuenta de que estoy vieja, pues mis adoradas polipockets como yo las conocí, ya no existen. Niños estúpidos que se comían sus monitos, yo creo. Mocosos del demonio...
También me fijé que las genialidades MiAlegría, no son populares. A nadie le interesa la ciencia. Casi.
Divago.
Recordé mi primer cuento: la sirenita. Cuando no sabía leer, miraba los dibujos (que eran bellos, ellos) y me preguntaba de qué sería la historia (ya que no se asemejaba para nada a lo de disney). Cuando aprendí a leer, un par de años después, corrí a leer el libro. Tardé un poco, pero terminé.
Creo que ese día terminó mi infancia. Comprendí que siempre me habían mentido. Siempre. Explica un par de cosas, también.
Después de todo esto, tengo una conclusión: para un cuento de niños, necesito imágenes.
Quizá convenza a alguna futura diseñadora para que me eche la mano.
Si tan solo supiese dibujar...
Bueno, ahora ya saben por qué escribo menos.
Si quieren saber más de mi, ya saben que cada martes publico en Prófugos. Sin falta.
Eso es todo. Si tienen recomendaciones para historias de niños, favor de comentar.
PD. Sí, ya me puse a hacer historias con mi prima. Me divertí mucho.
PD2. En la juguetería hallé un Taylor Lautner en barbie. No traía camisa. Rogué a mi hermana que me lo comprase. No quiso.
PD3. También aiba un Edward. Era feo.
PD4. He decidido tener hijos solo para comprarles esos juguetitos tan lindos. Yo jugaré más con ellos que los niños.
PD5. Huy, haré un cuentito con gatitos. Adoro los gatos.
- Podrías despedirte de tu hijo. Está llorando.
- No es lo correcto.
- Despídete de mi, al menos. Yo te he querido todo este tiempo, y me dejas así nada más. Me merezco una despedida decente.
- Sí. Te lo mereces. Lo siento.
- Te estoy pidiendo un mísero adiós. Voltea a vernos, a los que nos dejas. Voltea a ver por última vez al hogar que dejes.
- Pero no quiero que sea una despedida... No me gustan las despedidas.
- ¿Eso es suficiente para dejarnos?
- Volveré.
- Tus promesas han dejado de importarme. Así que igual quiero que te despidas, sino de mi, de tu hijo.
- Si vuelvo a adentro, no volveré a salir.
- No te prohíbo salir. Puedes irte cuando quieras. Pero no puedes dejarnos así.
- Debo hacerlo.
- Si decides volver, tu hijo ya no te reconocerá. Tu hijo no será tuyo, ya. Quédate por él. Escúchalo llorar. Está gritando por ti.
- Grita porque es un bebé. Llora porque es un crío. Tápalo y dale de comer. Se callará.
- Callará su boca, pero su alma seguirá gritando por ti.
- Deja de hablarme de él. Enséñale a amar, y no me necesitará jamás.
- Entonces no volverás.
- Sí. Regresaré.
- No te creo. Despídete de mi, al menos, ¿no puedo tener un último beso?
El viento pasó por entre las palmeras, levantando la arena que acarició con mayor furia a aquellos labios recién abandonados. Las olas seguían con su violento vaivén, escupiendo soledad. El llanto de un niño seguía tiñendo el fondo salado del aire de mar.
Pero tengo un tremendo sueño. Ya saben, cansada, se la quiero rayar a todos.
Además, algunos de ustedes ya lo saben.
Pero mejor dejo que alguien más chidoguan buena onda se los diga por mi.
Con ustedes EL ninja peruano.
Sale pues, deséenme un chingo de suerte, mándenme buenas vibras, recuérdenle al karma que los quiero a todos, rueguen por mi... o lo que sea que ustedes crean.
Verán ustedes que triste historia la mía.
Tengo yo diez y siete años. Sin embargo, siete años tenía yo cuando fui encerrada en estas cuatro bardas de piedra. A mi tierna edad, fui educada en las más bellas artes del amor a nuestra señora Santa María. No creo que he vivido feliz, ni que soy feliz en este momento; pero sé que alcanzaré la gracia algún día, cuando muera y suba al paraíso.
Sin embargo, ahora, me dedico a socorrer a los enfermos y rezar por ellos. Ha azotado una terrible enfermedad en mi pueblo, y cada día llegan más enfermos al convento. No hay forma de curar eso que llaman "lepra". Los leprosos duran años encerrados en el hospital del convento, pues nadie quiere recibirlos en casa y nadie quiere venir a acompañarlos por miedo al contagio. Yo sé que Dios está con ellos, y que nos los ha dejado.
Sin embargo, sé que me contagiaré si sigo allí.
Sí. Me contagiaré. Y terminarán por encerrarme, sola en una celda. No habrá luz ahí dentro. No les importará. Estaré ciega y deforme. Sin verlo, lo sentiré venir a mi. Vendrá con toda su fuerza y me poseerá. Entrará a mi, y estará conmigo y me usará. Y yo lo sentiré tan grande como es, y dentro de mi. Me hará sentir un fuego y una luz por dentro, que no podrá ser comparada con nada más que con su grandeza.
Así moriré, sola y deforme. Pero no se preocupen. Así es como son los designios de Dios.
PD. Meh, al menos no me tocó algo más ojete. Hasta tiene historia decente.
PD2. ¿Ya buscaron la historia de los santos de sus nombres?
PD3. K si que la tiene ojete. Va a morir en un madero.
PD4. Come de mi, come de mi carne...
PD5. Callin' all the stars to fall.
PD6. Tengo sueño.
PD7. Oh, sí. Feliz día de muertos: ¿Ya vieron la travesura que les preparé?