lunes, 28 de marzo de 2011

Sobre ti, sobre mi...

Hay estrellas que se funden, si eres tú...


Era como nadar en un estanque. El agua era cristalina. Como la del grifo.
Pero sin mojarse. Había calidez.


Me creí nada en el cielo.
Una gran tela de terciopelo negro con lentejuelas: las estrellas.
Citlalinicue.
Pues hemos danzado en ese lugar. Lo hemos envenenado de nuestras palabras.
Palabras dulces que no sonaron en el viento.
Susurros de caricias que nos encargamos de crear.
Una gran tela de terciopelo negro con lentejuelas: las estrellas.
Lo empapamos de nuestra suavidad.
Citlalinicue.
Había tantas estrellas. Y la gran tela de terciopelo negro.


Hemos nadado en el cielo.


Hablemos de luces. Hablemos de nada. Hablemos de cosas de verdad. De lo mortal...

lunes, 21 de marzo de 2011

Una última vez

Llega al parque, y se sienta. La gente está distante. Nadie repara en su presencia. 
El parque no sirvió para su propósito, así que, inútil y en vano, se tira a llorar.


Baja la mirada, cierra los ojos, gime y llora. Las lágrimas le llenan los puños, caen en sus pantalones.


"¿Por qué?" Se pregunta a sí mismo. Y llora más. Todo está perdido, se dice.
"¿Por qué lo hice?" Se lamenta, y no encuentra forma de dejar de llorar.


"Nunca vino. Me fui de mi amado pueblo para buscarla. No estaba donde me han dicho. He hecho todo lo que me dijeron. La tienda, la casa, el gato... Todo. ¿Dónde fallé? Fallé en creerles. Fallé porque me vine a este horrible lugar que solo me trajo soledad. No está. Nunca vendrá. Me he cansado de esperar. Me quedaré solo, como vine. Como estoy ahora.
No. Yo me iré. Ya no tengo que esperar más. A la muerte, solo. Pero nadie más. Me llevaré a mi soledad conmigo, regresaré..."


Y mientras se condenaba a si mismo, su castigo psíquico le hacía sollozar, retorcerse de dolor, gemir de tristeza y derramar lágrimas en su lugar. Sintió una mano en su espalda...


Saltó de su lugar.


"¿Te puedo ayudar?"


Le preguntó la mujer. La mujer más bella que haya visto en su vida. Ella...
Él solo le miró. La admiró. Era ella.


"¿Te sientes bien?" Insistió ella.


Él no puedo contestar. Supo que todo el tiempo, había valido la pena.


"Gracias. Disculpa. Es que..." Y se volvió mudo ante ella. Ante su belleza.


"No te disculpes. A veces nos pasa. Mírate, ya estás sonriendo."


Y él rió. Era todo lo que le habían prometido.


"Ya me siento mejor. Siéntate. Mi nombre es Xol."


"Hola." Le contestó ella, tímida ahora. Sonriendo. Y se sentó.
 Después rió, y movió la cabeza. Era tonto.


"¿Qué?" Preguntó él, sonriendo. Parecía 10 años más joven.


"Siento como si te conociera. Como si ya te hubiera visto... De hecho..."
"De hecho, soñaste conmigo hace veintiún años."


Y ella dejó de reír. Le miró mal. Le miró feo. Pero no quería huir y no lo hizo. 


"Ya. Disculpa. Te invito un café y te lo explico."


Pero ella seguía sin moverse, sin dejar de mirarle. Atónita. En efecto, después de hacer memoria, él tenía razón. Nunca pudo olvidar ese sueño. El dolor. Era solo una niña pero marcó su vida, hasta ahora. Pero se había obligado a olvidarlo. Soñó con él. Xol. El niño que ahora ya no era niño. 


"Perdón. No tengas miedo. No muerdo." Y le ofreció la mano. Hasta sus canas se habían borrado. -Te amo- pensó. 


Y ella tomó su mano, y se fueron juntos. Tenían tiempo, finalmente. 

viernes, 18 de marzo de 2011

Pasados desconocidos.

Ella volaba por las calles, caminaba según el viento. Lo hacía con lágrimas en los ojos, que el aire secaba muy rápidamente.
Cuando llegaba, se reía muy fuerte y abrazaba a todos.
Le miraba a los ojos, y le decía con dulce voz:


"Te amo... te amo, te amo mucho, te amo."


Y la dulzura que destilaba de cada uno de sus poros convencía a cualquiera.
La amaban de regreso.


Cantaba a todo pulmón por los lugares que recorría sola, bailaba también. Le daba vueltas a los postes de luz...


Y llegaba a casa. Silencia, sola.


Por lo general se sentaba a beber. 
Pero hoy decidió festejar su tristeza en grande. 
Hoy tomó tomó una hojilla delgadita. 
La paseó por su piel. 


Y el dolor fue tanta alegría que la sangre -limpia, brillante- salió a felicitarla.


Al día siguiente, se quitó las lágrimas secas y salió a sonreir. 
A cantar a gritos y bailar por la calle.


Sabía que en la noche le aguardaría un nuevo juego.

lunes, 14 de marzo de 2011

Eso haré.

Voy a tomar todas las cosas valiosas.
Mis cosas.


Las voy a tomar, las voy a empacar y me voy a ir.
Me mudo.
Me mudo a un lugar donde no esté nadie.


Me mudo a mi casa, allá arriba, a lo alto.
Sola. Voy a acomodar a mis compañeros allí. Mis recuerdos.
No habrá techo, no habrá un lugar donde se pueda pisar. Y miraré alrededor, en los cuatro puntos que mi vista puede alcanzar. 


Te miraré desde arriba. 
Te adoraré desde allí.


Y desearé tener alas para ir contigo.


Pero habré renunciado a ti y a todos ustedes.
Me habré desaparecido.
Y te contemplaré. 
En mi soledad. En mi árbol. En mi rama. Donde me siento. 
Cada domingo. Cada rato que te veo suspirar.

viernes, 11 de marzo de 2011

Aprendiendo a escribir.

Por razones desconocidas, me puse a leer sobre métodos pedagógicos para la enseñanza de la lectura. Siempre ha sido un misterio para mi eso de la enseñanza de la lectura y escritura.


Recuerdo que mi primo escribía su nombre -emocionado- y enseguida me preguntaba qué era lo que había escrito. "¿Pues tú dime?" Él me contestaba que no sabía. No sabía qué era lo que había escrito. ¿Le habían enseñado a escribir primero que a leer? ¿Eso tiene sentido? 


Yo no recuerdo cómo aprendí a leer. Mis recuerdos decentes empiezan desde el momento en que leí... Creo... Recuerdo cuando en el kinder me dijeron "Así no se escribe tu nombre.... Te hace falta un espacio." Maestras idiotas: así no cabría la oración en mi libreta, dha...


En fin, que leí que los libros debían llevar textos escritos tanto por niños como por adultos. 
Entonces recordé que en el libro -segundo de primaria, me parece- de texto había un ejercicio donde venía un cuentito de un niño de ocho años (adorable) y que nosotros tenían que hacer un cuentito también.


Visualicé en mi cabeza la historia de una jirafa y la quise escribir.
Cuando la leí, al terminar, me di cuenta que no tenía ton ni son, que no había un principio, un fin, ni un nudito pequeñito, mucho menos un clímax...., los personajes no estaban bien hechos, no tenía cohesión ni coherencia... Necesitaba más palabras de las que tenía. 


Me gustó hacer el cuento y me decepcioné machín cuando me di cuenta de que lo hacía tan mal que me prometí jamás volverlo a hacer. (Decidí que mejor sería deportista... e iría a las olimpiadas y así).


He roto mi promesa, claramente.


Así que me he dado cuenta de que la primaria sola no basta para aprender a escribir... Al menos no para la mayoría de la gente tonta como yo.


Eso es lo que hace falta en las escuelas, enseñar a los niños a tener voz.


Y como pueden ver, al finalizar este texto, no lo hemos logrado.

jueves, 10 de marzo de 2011

Días malos.

Ayer me puse a analizar por un momento lo que estaba haciendo. Estaba leyendo sobre pedagogía y estudiaba algunos proyectos de arte para niños.
No termina allí.
Hoy me estuve leyendo una tesis de educación preescolar.
No es todo, pero no voy a contar más.


Cada vez hace más calor y me comporto de forma más extraña.
Se acerca la primavera.
Los pájaros hacen nido en el árbol de mi ventana. Tendrán hijitos y no me dejarán dormir durante las vacaciones de abril. 
Hace mucho calor y de repente se me antoja un té negro.
No hay té negro.
Tampoco hay hamburguesas o pepinillos. No hay crema de cacahuate ni tampoco hay helado de chicle. No hay pizza no hay carne y no hay nada en el momento en el que se me antoja. No hay.
Y de todos modos, hace calor.
Hace calor, y me hace que me duela la cabeza.
También me da náuseas. Ajá, y ascos, ajá.
Y hace más calor y los días se vuelven más lentos. Lentos.


Hola. Le saludo.
No me dice nada. Nos conocemos bien. Entra como en su casa, se siente con los cabellos en la cara, y se dispone a esperar. Una visita no invitada que estorba y planea estorbar un buen rato. 
Hola Colin. Le digo. Hola. Y me mira con sus bellos ojos de medicina para el dolor. De adormecimiento. De realidad. Hola Colin.