martes, 13 de abril de 2010

Historias cortas

para gente en exámenes.

Mis primas, en el rancho, me invitaron a la barranca. Mi otra prima, pequeñita, de corta edad, deportista, estaba extremadamente entusiasmada por que ella... bueno, es más joven. La mitad de mi edad más jóven. Cuando yo tenga 20 años, ella tendrá 10. Cuando yo tenga 30 años, ella estará en lo mejor de su vida. Quizá eso me produzca un poco de rencor en el fondo de mi ser.
En fin, todos los jóvenes emprendimos la ruta hacia el campo recién cosechado. La tierra aún no había sido removida y solo quedaban los troncos del maíz inertes atrapados en la tierra dura. Los pisabamos en nuestro camino, sorteando mierda de vaca.

Después de algunos metros, llegamos al final del campo y al inicio de la naturaleza libre. Crecían matas de todo tipo, a una altura baja. Estabamos cerca del mar.
Nos adentramos uno a uno. El caballero al último.
Seguimos caminando. Mi prima jamás soltó a la pequeña entusiasta hasta llegar al final del barranco; hasta el río. En realidad, ya no era un río. Era un pequeño arroyito. Un arroyito minúsculo. De esos que hasta dan ternura. Donde metes a un nene de dos años a jugar sin peligro inmediato a que se ahogue por que "se lo lleva la corriente". Que se envenene, o que se corte o se le pegue algún bicho es otro cuento.
Había numerosos insectos. Hacía calor. Había humedad. Supuse que ese sería un lugar perfecto para ellos, y para las personas con esos gustos. Humedad y calor. La costa. Y me acordé de ti. Miré un rato hacia el infinito, por que pensaba en ti.
Un "Allizzia, ya nos vamos, vente." me trajo de vuelta. Me trajo a la realidad, donde no estabas tú. Así que sonreí y seguí caminando, sorteando ramas bajas o caídas. Viendo el piso y saltando entre las piedras rodeadas de diez centímetros de agua. Me divertía, sonreía y carcajeaba. Por que me sentía como una niña y me sentía más cerca a ti.
Así, tuvimos que trepar de regreso. Pero trepamos hacia el otro lado. Escalamos, más bien. El lado de la barranca por el que no habíamos bajado. Yo sabía que eso era ilógico. Pero no era mi rancho, finalmente. La subida, para mi, estuvo más difícil. Me resbalé un par de veces (logrando que nadie se diera cuenta), pero me sostuve. Por que así siempre lo he hecho. Me sostuve antes de caer. Evitando el suelo. Casi al final, fue la primera vez que soltó mi prima a la pequeña entusiasta, pues estaba en peligro de caer ella y llevársela consigo. No sé por que no la soltaron, por qué no la dejaron trepar sola. La pequeña ha ido a gimnasia desde hace 4 o 5 años. Es hiperactiva y su madre hizo la desición correcta. También yo le sugerí que lo hiciera cuando vi la capacidad de la niña de colgarse de un tubo tipo pasamanos cuando tenía... dos o tres años. Ok, yo la dejé ahí colgada, pero ¡qué fuerza tenía! Primero, a los dos años, estuvo en un equipo de porristas. Luego, en gimnasia. Es una de las mejores gimnastas (para su edad) en el municipio. Si sigue así, quizá llegue a ser una de las mejores del estado (pequeño estado, claro) e incluso del país. Juegos internacionales y todo eso. Estoy segura de que si la niña se caía, se detendría con gran destreza con alguna rama o tronco que encontrace en el transcurso. No es difícil, se llama autopreservación.
El final del camino era llano, a la sombra de árboles lindos. No me di cuenta del esfuerzo que había hecho hasta que un pequeño viento sopló y sentí el cuello húmedo y frío.
Miré al cielo. Volví a recordarte. Así caminé un rato hasta que me doblé el pie por no ver el suelo. Es la razón por la cual generalmente voy con la cabeza gacha, no puedo ver el suelo con la frente en alto.
"Mira, ahorita vas a ver una cueva. Antes podíamos ir y todo, pero ya la cerraron." Me despertó de ti. "¿Por qué la cerraron?" Pregunté con la inocencia que perdí hace tiempo. "Porque de ahí salían uhmm.... ¿cómo se dicen?... murciélagos." "Murciégalos. Ah.... Una vez se metió un murciélago a mi salón. La maestra chilló como ratón."
Estaba inmersa en recuerdos. Al final, quise sentirme como niña de nuevo y empecé a saltar de pie en pie, como lo hice varias veces más durante las vacaciones. Luego me paré frente la rama de un árbol. Habían vainas colgando de ella. Vainas aterciopeladas y delgadas. Eran lindas. Las corté pensando en ti, y acaricié la vaina. Era tersa. Verde por dentro. Me quedé atrás por cortarla. La pequeña me llamaba. Yo pensaba en ti.
Caminamos hasta llegar a una reja, que la mitad de mis primas sorteó, mientras el caballero abría la puerta. Yo salí caminando. Pensé que quizás me dirías huevona. Por que lo soy, the truth be told. Unas horas antes había pedaleado un bote sobre un lago. Pagar el geim, my ass. Un día entreteniendo niños, et voilá.
Pero cuidé esa vaina, por que de alguna u otra forma me recordaba a ti. Ya sabes que las cosas que me recuerdan otras cosas nunca tienen sentido de ser. A veces es por una canción que las une, una situación, pero nada, nada evidente. A veces solo un pensamiento en común.
La guardé en al auto. Y así llegó hasta aquí. Bajé con él hacia mi casa y la puse en mi tocador. Ahí duró varios días hasta que recientemente me di cuenta que la vaina había explotado. Las dos láminas que cubrían las semillas se abrieron, dejaron salir las semillas, y cayeron en mi alfombra. Mi alfombra sucia y yerma, donde jamás cumplirían su propósito de plantarse en la tierra y hacerse vida, grande y fuerte. No.
Se quedaron ahí hasta que las recogí. Las miré un largo rato y las volví a dejar en el tocador.

Supongo que no habrá árboles este año.

4 comentarios:

Frédéric dijo...

Hmm... sin dudas la historia corta más larga que me he encontrado, pero me importó un carajo, disfruté cada palabra.

Lo lograste de nuevo, me pintaste una sonrisa enorme en la cara (me veo un poco idiota sonriendole al monitor...)

Ahora veo que nuestras vacaciones no fueron tan diferentes... por cierto, ¿aún tienes las semillas?

Alejandro Aguilar dijo...

Es...una de las historias que me recuerdan una chica, una chica de la cual jamas debi separarme ya que estaria casado y con una linda ñina de año y medio. Trabajaria para ellas y mi mujer estaria en casa, cuidando a mi niña y cocinando aunque, sinceramente, cocina mal. Pero aun asi yo comeria y en la tarde estariamos sentado jugando con el etsbots o viendo una pelicula. Y arropariamos a nuestra hija mientras las lagrimas recorrerian mi rostro pensando en lo afortunado que soy. Por la noche, despues de discutir un rato (claro para no perder la costumbre) hariamos el amor y al terminar, nuestra union seria mas grande, porque seriamos una familia...


...una familia que deje ir.





...Dark Angel...

Alicia L. dijo...

Sí, aún tengo las semillas. ¿Las quieres ver?

Sí, también tiene ese tono de las cosas perdidas por completo.

Frédéric dijo...

Si!