El viernes por la tarde recorrí el sillón frente al ventanal casi cuando comenzó la tormenta. Así duré hasta la noche, hasta que escampó. Bajé para sentir un rato el viento, para sentirme de alguna manera u otra.
Cuando regresé a casa, prendí la música, encendí un cigarro y salí a fumar al balcón. Ahora las tardes lluviosas me traen gratos recuerdos, y el clima exigía un poco de humo viajando por la garganta. Las nubes se habían ido y ya había estrellas en el firmamento. No volvería a llover.
Mientras Jumbo sonaba con el cover de JoséJosé, una luz me atrajo la atención. "Ale, corre, ¡una bola de fuego, una bruja!
Mi flatmate corrió y se detuvo tras de mí para observar a lo lejos una lámpara de cantoya que ya amenazaba por extinguirse. Discutimos un ratito sobre las lámparas y luego se retiró con un suspiro: "Tu música es muy deprimente."
Yo creía que era más bien algo nostálgica porque no podía dejar de pensar muchas cosas: el estar completamente enamorada por primera vez entre otras noticias emocionantes. Mi música me parecía perfecta para sentirme bien, para dejarme razonar un rato, o más bien para aceptar lo que estuviera sucediendo.
"Me dan ganas de beber." termina la flatmate. Yo no tengo muchas ganas de beber, pero porque mi boca está ocupada por el humo.
"Pues si quieres puedes tomar, todavía queda algo del licor de ciruela."
"Claro que no, allizzia, te lo bebiste." Eso no es verdad, pero sí bebí bastante de esa botella. Hay aún un vaso, vaso y medio quizá. No le digo nada, nomás me río, le gusta burlarse de esa manera. Entra a su cuarto y sale con una pequeña botella de agua conteniendo un par de dedor de líquido transparente. "Hace tiempo guardé aquí ron, para írmelo bebiendo en el camino." La flatmate es muy hábil. Le sugiero que se lo beba pero parece que mi música no era lo suficientemente deprimente y ambas terminamos sobrias. Ella se vuelve a retirar y me quedó a disfrutar de los primeros momentos de la noche silenciosa.
Mi cigarro ya se ha terminado. Hoy, por belleza del destino, no he llenado la casa de humo. Aún no sé fumar muy bien (algo que probablemente termine en el cáncer más nasty que pueda encontrar) y no logro no meter el humo a la casa (y, a veces, a mi garganta). Desde éstas últimas semanas, un cigarro es más necesario de lo que era hace un par de años. No quiero ser esa persona, la que se siente mejor con un cigarro pero me gusta estar con esas personas, a las que justamente les hace sentir mejor un cigarro. Es un buen tema de conversación. Es, además, hermoso compartir un cigarro.
Hay algo hermoso en estos últimos días, que no quiero que nada se termine...
Pero termina. Al igual que el cigarro, cuya colilla tiro por el balcón; al igual que la noche - cuando decido irme a dormir. Una sonrisa se me dibuja en la boca.
Inminente soledad pero no justo ahora. No justo ahora.
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