Primero, la niña sonríe. Sonríe sin malicia, con amor, con ternura; sonríe como una niña. Me acerco a levantarle el vestido rosa y ella levanta las manos obediente para que lo pueda sacar con facilidad. Veo su fragilidad de huesos debajo de su ropa. El cabello despeinado se le despeina más. Se lo acomodo un poco y me molesta verla, le beso la frente. Cuando me empiezo a retirar, nos miramos fugazmente a los ojos. Entonces se lanza hacia mí. Me sujeta con sus garras por los hombros y me tira en la cama. Me ataca, me muerde la barbilla. Como un animal, me lame todo el pecho mientras me desgarra la ropa. Lucho contra ella, la lanzo para salvarme de su ataque feroz. De repente duda, me mira a los ojos.
"Quédate quieta." le digo. Ella obedece con felicidad. Sus ojos guardan expectación. Se deja sublimar, se deja sujetar hacia abajo. Puedo acariciar su espalda y ella gime como respuesta. "Sólo déjame usarte y ya." Lo es todo, y lo puedo comprobar. Nunca he estado dentro de tantas personas. Se deja jalar el pelo, y se deja morder. Se queda quieta y parece disfrutarlo, me deja ser feliz detrás de ella. Es una nueva persona ahora, una que antes no podía ser. Disfruta del metal, me deja saborearlo, me deja hundirme entre su piel.
Quiero volverla a hacer.
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