El sueño comenzó como siempre, conmigo buscándote. Veía tu espalda e iba tras de ti. Te llamaba. Volteabas, pero en tus ojos no estaba yo.
Amabas muchas cosas, yo no era una de ellas. Te decía que te estaba dando todo el amor que le es posible dar a alguien pero supongo que no te importaba.
Otra vez, estaba yo sentada frente a ellas. Reían, parecían felices, no estoy segura de si eran realmente felices o no. Lo que sé es que yo me quería morir. Después llegabas tú y yo te amaba tanto, te veía como mi única salvación. Estabas cansado del trabajo. Creí que me abrazarías pero sólo miraste mi cuerpo. Amabas eso que creías era lo mejor de la unión de nuestro amor. Y yo lo odiaba, me repugnaba, quería desprenderme de mis creaciones y dejarlas atrás, dejarlo todo porque yo no era yo, ahora era esa cosa, un transporte, una caja, un simple contenedor vacío.
¿Quién era yo ahora?
Era lo que me dijeron que fuera. Era todo menos yo. Todas las palabras eran fastidiosas, todo lo normal me era hastío. Grité. Grité silencio.
Así que corrí. Y corrí hasta despertarme.
Y no me quiero volver a dormir.
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