jueves, 15 de diciembre de 2011

Siempre yo.

El fin de semana pasado acompañé  mi hermana a un velorio, con su novio. Cuando llegábamos allá, dos amigas de mi hermana iban en el auto. Mi hermana expresaba que le daba pena porque como que no sabía qué decir y se la pasaba mentando la misma frase "Lo siento mucho". Sonreí para mis adentros. 
Una de sus amigas dijo que "Pues qué se hace en esas situaciones." y que a nadie le gustaban los funerales.


"A mí si me gustan" dije, ganándome la tan NO ansiada mirada de WTF con la que he vivido casi siempre. 


Y es que después de ir a los funerales de la casa materna, I love them. Neta, son geniales.


Al principio todos lloran, y luego llega la gente. Con la gente llegan las condolencias y los pequeños recuerdos que hacen llorar más. Pero luego te hacen reír. Luego te ríes de más anécdotas. Luego terminas riéndote con una sonrisa melancólica y creo que es el momento en el que sabes que todo va a estar bien y que las cosas seguirán de una forma lenta pero segura.
Miras a todos los niños jugando alrededor, gritando. Sabes que la vida es así, sin que la muerte detenga el ritmo. La vida sigue allí, para que te vuelvas a subir en la cinta transportadora. Pura belleza.


Aprendí a amar los funerales así, aunque haya ido a múltiples funerales en donde todos son miserables, y hay gritos de dolor... donde he visto morir.
Pero no importa. Porque detrás de todo eso hay amor, y la esperanza de que las personas entenderán que no se trata de odiar a la muerte, sino de amar a la memoria del muerto. Y así, entre otras ñoñerías.


También soy fan de los panteones. Todos los panteones también están llenos de mucho mucho amor. Todas aquellas personas que enterraron a sus seres queridos, que les velaron, que estuvieron allí. Todos los que alguna vez llegaron flores de las que ya solo quedan polvo y cenizas. Amor, le llamo yo.


Yo me siento feliz, siempre que haya algo que me diga que hubo mucho amor aquí. No importa qué. Un nombre, fechas, epitafios.


A veces reconstruyo su vida, el señor cuya esposa murió... Y 15/25 (me falla la memoria) muere su hija de 15 años. Probablemente hija de otro matrimonio, porque no era posible engendrar estando ya muerto, digo. Estar enterrado sobre la antigua esposa de tu padre, kinda funny. Y bello. Un tanto bello de no sé dónde.


Yo no sé por qué, pero cada vez que veo una tumba abierta imagino que trabajar cavando y tapando tumbas debe ser una cosa como que bien bonita. Porque una cosa que la experiencia me ha enseñado es que el último cierre para seguir es cuando se pone el último puño de tierra, o en otros casos, el último ladrillo. Es como escuchar el candado tras la puerta cerrada. Un jardín sin llave.


Y yo, no sé, me cae que está bien bello todo eso.


"Y tú, estás bien tonta para los velorios." Le dije a mi hermana. En realidad yo también. Pero una sonrisa siempre funciona. Las palabras, me digo siempre, a veces no importan nada nada.


Y a la muerte, mucho menos.

4 comentarios:

Frédéric dijo...

Verbo mata carita y muerte mata...





Muerte wins...
Flawless victory...

Alicia L. dijo...

El cementerio de los libros perdidos mata muerte.

There you go.

Frédéric dijo...

No lo creo...

Alicia L. dijo...

Pues creelo. THAT awesome.