A veces se siente como cuando caminas en la arena. Te quitas los zapatos, las sandalias, porque no puede caminar bien, con naturalidad; como si pertenecieras allí completamente desnudo y natural. Pero hace frío. Corre el viento y hace frío y de repente extrañas no traer pantalones largos. Pero se te sacude al cabello en el aire y te lo llena de pequeños -pequeñitos- granos de arena. El sol se ha escondido, y sabes que está allí porque irradia esa luz blanca que te hace pensar en ese lugar cerrado que te va a dar todo menos libertad y amor, y te sientes atrapado bajo un cielo único e infinito y te desesperas con el peso que te cae en los hombros y miras al suelo con el nudo en la garganta. Buscas conchas únicas en la arena.
Te desvives corriendo por la costa, porque DEBES encontrar esa concha. Y te da sed y te da hambre. Y comes y bebes. Y miras todas las plantas que te rodean, y tratas de no pisar al pobre cangrejo que es feliz feliz.
Respiras hondo para que se te olvide el llanto, la tristeza, las cosas diferentes, lo que debes hacer, lo que quieres... Respiras hondo y cierras los ojos y levantas la frente al cielo y das vueltas y vueltas con los brazos abiertos porque, no sé, quizá, la arena se vuelva cielo y te caigas al infinito que parece llamarte con todas sus voces mudas. Pero no vuelas y no hay cielo y las voces siguen sin callarse, mudas.
Ecos en tu corazón. En el alma.
Y al final de todo, la costa, ese pedazo de vida bella y de vida que parece eterna... Te despide, y te pide que regreses. "Te amo" te dice, pero te devorará en el momento perfecto. Eres suya, te reclama. Eres suya.
3 comentarios:
Ja... me dio calor.
Me gustó muchote.
Wow, chingon.
Dark Angel
CUÁNTO DISFRUTÉ ESTE POST!
=)
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