domingo, 21 de febrero de 2010

Reminds me of when we were young, looking back at all the things we've done

La pobre miraba con recelo el patio.
Recordaba unos años atrás cuando correteaba felizmente por el patio.

- ¡Señorita, será mejor que no corra tanto! ¡Señorita! Que dirá su Alteza cuando la vea, ese no es comportamiento para las mujeres como usted.

Le gritaba su dama. Cuando llegaban los vientos fuertes le gustaba salir a correr por el patio, para sentirse tan libre como las nubes, que recorrían todos los lugares con el viento, viendo los campos y las ciudades desde arriba.

- Madre no tiene por que enterarse. Está en una junta.

No quería tener que irse. La otra vez que ella y su hermano habían desobedecido a la Reina, les habían dado fuertes castigos. Pero cuando estaba así, nada le importaba, parecía que todo lo demás podía desaparecer. Su dama seguía corriendo atrás de ella, intentando atraparla.

- Señorita, su madre me encargó que hiciese sus deberes, y que no saliese de su habitación. No quiere que vuelva a pasar como la vez pasada ¿verdad? Deténgase.

La niña entonces recordó cuando, semanas antes, la Reina les había reprendido a ella y a su hermano con tres varazos. Luego, a ella le mandó encerrar en la capilla por un día, para que rezara a Dios para que le enseñase el camino correcto. Ella entró obedientemente y se dispuso a esperar a su hermano. Pero su hermano nunca llegó. Él era la persona más buena del mundo, tenía tres años más que ella. Nunca se negaba a jugar con ella, y la protegía de su madre, que siempre desaprobaba lo que hiciera. Cuando pudo salir, buscó a su hermano por todo el lugar. Cuando fue a buscarle a la biblioteca, su madre le impidió el paso.

- Tu hermano está aprendiendo a ser un buen soberano, el rey que nuestros subditos están esperándo.

Alcanzó a ver a su hermano, sentado frente a un libro, y con dos maestros explicándole arduamente. Así que ella corrió a su alcoba a llorar. La única persona que le había entendido, después de su hermano, era su padre. Su padre era cariñoso con ella, y le hablaba de cuando ella se casara con el príncipe de algún país vecino, y de cuán orgulloso estaba de ella. Le decía que era la hija más bella que había tenido, aunque ella fuera la única. Pero el Rey había muerto hace un par de años.
Dos días después, ella pudo ver a su hermano. Entró a su alcoba, y ella corrió con los ojos anegados de llorar a abrazarle. Él la abrazó de regreso pero ya no era el mismo. Se retiró para verle mejor y vió que se vestía diferente, su mirada, aunque llena de ternura, era calculadora; y hasta su pose era nueva. Su decepción la tiró al piso. 

- ¡Oh! ¿Qué te ha hecho madre?

Y le volvió a abrazar estando de rodillas, hundiendo su cara mojada entre las rodillas de él. Por eso no pudo ver la ternura que le dedicó su hermano. La tomó de los hombros y la levantó con una fuerza que ella no le conocía, que incluso le pareció dolorosa; y así mismo le abrazó.

- No llores. Es que me he tenido que ocupar de nuevos asuntos más importantes. Por eso me he vestido así. Madre no ha hecho nada más que  enseñarme. Pero no lloreís por eso, cariño. Ya verás como todo vuelve a ser normal. Y jugaremos juntos. Pero hoy no, ni mañana tampoco, ¿Sí?

Entonces, ella tenía 8 años. Y no le gustaba cuando papá hablaba de política. Y ahora su hermano también le intentaba enseñar. Por eso le gustaba olvidar que había un país al que cuidar, y corría junto con el viento, para ver si quizá se decidía a llevarla con él.

- ¡Señorita, por favor! ¡Deténgase!

Le rogó su dama. Y ella se detuvo. Pero no por que debiera hacerlo, sino por un ruido que había salido de una de las ventanas del tercer piso. Su dama se estrelló contra ella, su atención robada por el sonido y ambas cayeron al piso. Cuando ella se levantaba vió algo que jamás iba a olvidar. Su hermano, trastabillando, cayó de espaldas por una de las ventanas.
Ella corrió hacia él gritando su nombre, su hermano sangraba por el hombro y la cabeza. Estaba muerto.

Un gemido trás de ella la trajo de la realidad, ya no era una niña, y de la muerte de su hermano habían pasado cinco años. Su madre estaba enferma de muerte, y ella intentaba cuidarla, a falta de más personal. Siempre había odiado la política y ahora era su inevitable destino.
Volteó a ver a su madre, y regresó a mirar el patio que añoraba.
Un ruido desde un edificio del frente le devolvió la sonrisa. Conocía bien ese sonido. Quizá su futuro indeseable le sería arrebatado. Regresaría a jugar con su hermano.

7 comentarios:

Frédéric dijo...

Excelente... me gustó mucho en verdad, de hecho me agradan todos los post de etiqueta "Yarmulke"...

Jony C dijo...

Orale...muy bueno!

Alicia L. dijo...

Los post "Yarmulke" son todas relativas a historias o cosas sin sentido.

Es que esa palabra me gusta mucho.
=D

Y me recuerda a Max. Max es buena onda, no sigue la religión, pero le gusta usar su yarmulke. También tiene una linda máquina de escribir. Y nunca ha llorado...

Espera, ¿Qué iba a decir?

Ah, si. ¡Muchas gracias muchachos!

Frédéric dijo...

Debo etiquetar tu comentario con "Yarmulke"?

Alicia L. dijo...

No. ¿Etiqueto el tuyo como Meh?

Frédéric dijo...

¿Tienes una etiqueta llamada "Meh"?

Alicia L. dijo...

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