viernes, 30 de noviembre de 2012

Estoy en tu ciudad, pero ya sé que tú no estás aquí. No estarás ya nunca. Estás justo ahora en el centro de reunión, donde nos conocimos. Tanta amargura y me sabe más dulce el cigarro.

También sé que estarás con ella, el amor de tu vida. No pude evitar notar que era bella. 

Humo dentro, humo fuera. Así te extraño. En silenciosas bocanadas de placer culposo. 
Espero que les vaya bien, que caminen juntos de la mano por plazas y alrededor de las fuentes llenas de niños (que sean, un par, suyos); espero que cojan dos veces cada jueves. 

Delicioso humo mortal, bocanada fuera. Espero que me mates rápido. Te regalo una sonrisa, qué santo, te doy un beso y un par de abrazos. Un falso hasta luego. Qué broma.

Me duele hasta el culo cada paso y cada escalón que piso para alejarme. No sabía lo difícil que era, no recordaba. Ojalá alguien me sacudiera los cerebros pa' afuera. Ya no quisiera sentir. Pero necesito recordarte.

Necesito saber que, en las noches, quizá, estuvieras allí para protegerme. Del miedo, del frío, de la soledad, de los fantasmas y del aura negra.

Humo dentro, humo fuera. Hubiese aceptado ese cigarro que me ofrecieron una vez, que tú sí tomaste. Cómo nos hubiéramos reído. ¿Qué hubieras pensado de mí? Bocanadas en tu honor, en tu memoria.

En recuerdo a lo que nunca fuimos.

Se me acabó el cigarro, pásame aunque sea un Faro. Déjame sigo chupando tu recuerdo, hasta que se me seque el ánima, el cerebro, el dolor. Lo que muera primero.

Ojalá estuviese allí para verte partir. 

1 comentario:

Juan Manuel dijo...

Humo dentro, humo fuera.

Humo dentro, humo fuera.

Humo dentro.

Humo fuera.