Yo estoy en la cama, llorando. No es que sea significativo, siempre estoy en la cama y siempre quiero llorar. La figura que soy yo se retuerce en la cama, jala las cobijas y destiende la cama. Estoy llorando en furia. Es un llanto de furia porque me odio, porque me odio por hacerme esto, porque no soy feliz como los demás. Es normal, me odio.
No sé en qué momento las cosas se sosegan, pero es cuando empiezo a sentir el ardor.
El ardor que se empieza por mis rodillas, y sube, como pelaje, arrastrándose sobre mi, hundiéndome en su brillante sombra. Tu pelaje -llamas- se arrastran como caricias sobre mi piel, ya sobre mis caderas, ya sobre mi ombligo y es cuando volteo en terror y te veo la cara. Monstruo. Demonio. El mismísimo diablo. Así es tu cara, cubierta de las mismas llamas que se abalanzan sobre mi cara y sobre mis labios y quema.
Queman los labios, quema toda la piel. Soy un hierro ardiente, porque me siento completa cuando ya me has abrasado toda, toda. Estás encima de mi, y lucho, no te me acerques. Lárgate.
Y tú luchas, tienes un arma y no estarás satisfecho hasta haberme traspasado con ella, un hierro ardiente -como yo- en tu mano. Quieres ponérmela en el pecho. Quieres partirme en dos con ella. Y por más que lucho, logras acercarte más y más. Tanto que respiro tu pelo. Y me trago tu fuego, que me quema la lengua, la boca por dentro, la garganta y los pulmones. Respiro negro. O ya no respiro. ¿Es acaso que ya no respiro? No importa, porque lo has logrado. Dentro, tu arma sella un hueco al mismo tiempo que lo abre. No hay sangre cuando sacas el corazón, un corazón negro, un trozo de terrón de loco seco. Mi corazón. ¿He muerto? No he dejado de pensar en el ardor. En la brasa. Tanto calor, tanto fuego. ¿Sigo viva, entonces? ¿Dónde estás, cómo lo has hecho? ¿Acaso sigues atacándome, ya muerta, con tus dagas vivas al fuego?
No, no te detengas. Esta cama está muy cómoda. Me doy cuenta porque he saltado de ella, la figura que soy yo se ha despertado de la misma pesadilla. Me vuelvo a arropar en el calor, espero que vuelvas, cualquier cosa es mejor que este infierno.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario